"Se está vulgarizando una tierra sacra", advierte el doctor en Ciencias Ambientales Martí Boada. El misticismo que despierta la Antártida y la evolución de los transportes ha fomentado que cada año 40.000 turistas visiten la gran tierra blanca. Hasta ahora llegaban en barco y, desde el pasado enero, también en grandes aviones. La península Antártica, la zona que más sufre los efectos del calentamiento, es precisamente el área más visitada y, por lo tanto, la que más está notando los efectos del turismo en su flora y su fauna.