La acusación de pasividad que en no pocas ocasiones cae sobre los jóvenes quedó obsoleta hace justo un año cuando miles de voluntarios, la mayoría de ellos universitarios, viajaron a Galicia y otras regiones de la costa cantábrica para participar en las tareas de limpieza de la costa, que fue afectada por el peor de los cánceres. El vómito negro del Prestige . Entre ellos hubo muchos extremeños.

Un año después del hundimiento del pretrolero las universidades, representadas en la CRUE (Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas) se plantean nuevos retos del voluntariado ambiental y en el primer aniversario de la catástrofe han organizado una reunión del Grupo de Trabajo de la CRUE sobre la Calidad Ambiental y el Desarrollo Sostenible en las Universidades. En una mesa redonda, bajo el epigrafe Un año tras el desastre del Prestige. Retos del voluntariado ambiental , se reflexionó sobre el papel que jugaron los voluntarios universitarios en las tareas de limpieza de chapapote y sobre la necesidad de tomar el testigo de esta importante movilización universitaria para realizar nuevas actividades de voluntariado ambiental en las universidades españolas, según recoge el boletín de la CRUE.

Y es que las consecuencias del suceso de ese 13 de noviembre hace que aún permanezca en todos esos estudiantes la consigna Nunca Mais que aprendieron durante sus tareas de voluntariado. Mucho más cuando las informaciones que estos días aparecen en los medios hacen referencia a que podría repertirse el mismo desastre mañana.

DESDE EXTREMADURA

La solidaridad mostrada por los estudiantes extremeños también quedó patente. Cuando llegaron de su viaje lo hacían dispuestos a repetir la experiencia. Aún a pesar del percance de uno de los autobuses que sufrió un accidente en carreteras portuguesas a su vuelta de Galicia. Siete estudiantes resultaron heridos, ninguno de gravedad, y el día siguiente otro autobús hizo el mismo viaje solidario desde Cáceres.