A media tarde del miércoles (25 de mayo), Oasis realizaba la prueba de sonido pertinente antes del concierto de Madrid. Cada uno por su lado, en silencio, afinaba su instrumento. No obstante, faltaba uno. Y nadie sabía dónde estaba. El ausente, cómo no, era Liam Gallagher, el cantante, el bullanguero, la estrella impagable de los tabloides británicos. Cuando apareció, su hermano Noel le soltó una puya gorda. Liam, irritado, se hizo el incomprendido. Y blasfemó. Abundantemente. El convulso mundo de los Gallagher, tal y como nos lo imaginábamos.

Oasis han editado nuevo disco, Don´t believe the truth , y en aras de la promoción aceptaron que pasara un día con ellos. Vida de rock and roll. Oh, yeah.

14.30 horas. Los miembros de Oasis se plantan en Barajas por separado. En un avión que despega de Londres llegan los secundarios, el bajista Andy Bell, el guitarrista Gem Archer y el nuevo asalariado, el batería Zak Starkey, hijo de Ringo Starr. Noel aparece a las 14.30 horas procedente de Ibiza, donde tiene una casa "en medio de la nada", como diría después. ¿Y Liam? Vuela desde Amsterdam. ¿Aterrizaje? A saber.

16.00. Afuera de la entrada principal de la sala hacen ya cola un centenar de muchachos. Triunfa el flequillo beatleiano de los Gallagher. Y las camisetas del Manchester City, el equipo de Noel y Liam. El primero se baja de un Mercedes oscuro a las 16.15 y entra en el local por una puerta lateral. Gem, Andy y Zak aparecen 20 minutos después.

16.45. Comienza la prueba de sonido. En la sala Aqualung, a esa hora, apenas hay una veintena de personas, la mayoría técnicos que van y vienen sin prestar al grupo la menor atención. Y eso que rasgan duro los instrumentos. Suenan los acordes de Mucky fingers , de The meaning of soul o Wonderwall .

17.35. Llega Liam. Al fin. Lleva pantalones hasta las rodillas, gafas de sol que sólo se quitará, se supone, por la noche para dormir, y eso es mucho suponer, y una botella de agua. Se sienta en unos peldaños situados frente al escenario y mira desde la distancia a sus compañeros. No hace el menor gesto de sumarse a ellos. Dos minutos después, Noel da por finalizado el test. Se pone la chaqueta y parece que se va a ir sin decir nada. Pero se lo repiensa. Desde el escenario hace un gesto a Liam, éste se le acerca y empieza la discusión, rica en palabras malsonantes. Fuck --o fucking -- es, con diferencia, la más escuchada. Noel le recrimina su ausencia; Liam se excusa a gritos: "¡Nadie me dijo nada!". Noel se gira y le deja con un vehemente gesto de exasperación; Liam arroja con furia la botella de agua. Oasis, en estado puro.

17.45. Hay algunas entrevistas pactadas. Lo primero que hace Liam ante el periodista es justificarse. "Me duele un poco la garganta. Además, valgo demasiado dinero como para ponerme en pruebas de sonido". A apenas 15 metros, Noel se dirige a dar otra entrevista. Pero antes suelta unos dardos sarcásticos a viva voz hacia su hermano pequeño.

"¿Alguien te dijo que tenías que hacer esta entrevista?". Y Liam, con la sonrisa medio torcida: "¿Y ese tío quién coño es?". Noel vuelve a la carga: "¿Alguien te dijo que estás en Oasis?". Réplica de Liam: "Siéntate, capullo". Y Noel insiste: "¿Alguien te dijo que nos hemos levantado a las 8.30?". "Cállate ya", corta Liam.

Una entrevista con el cantante es un explosivo enigma. Arrojar objetos sobre el periodista ha sido una práctica no meramente ocasional en él. Pero todos en su entorno dicen que se ha calmado, que ya no es aquel gamberro que se metía en peleas casi como un pasatiempo. Tiene ahora 33 años, dos hijos y, al parecer, ha abandonado algunos de sus legendarios excesos. Al parecer.

Con lo que sí se puede aún contar es con sentencias entre la egolatría y la caricatura. Un ejemplo extraído del miércoles. "Soy el mejor cantante de este puto mundo". Cuando se le pregunta por su nuevo rol como compositor --en el último disco firma tres canciones--, espeta: "Es que Noel está de capacaída y veo que tengo que ayudar un poco". Y si se le menciona la fama de chico malo, se encoge de hombros: "Allá arriba --dice señalando al escenario-- soy una grandiosa estrella de rock; fuera, un tío normal". No hay forma de sacar una reflexión seria de Liam. Pero, francamente, ¿a quién le interesa?

18.30. Noel, de 38 años y la figura responsable de Oasis, pone fin a su ronda de entrevistas. En todas ha dicho que lo único que le interesa de verdad en la vida es la música y el fútbol. Y también que Zak Starkey no está en el grupo por ser el hijo de Starr. "Es buenísimo. ¿A mi qué me importa quién es su padre?" Y no se va de cualquier manera. Pone voz aflautada y burlona: "¡Nadie me dijo nada...!" Liam, de lejos, se lo mira como a un marciano. Noel se ríe y se sienta junto a los técnicos, que cenan de un catering importado de Inglaterra.

19.00. El cantante termina también sus entrevistas. A una periodista que le preguntaba con insistencia por el nuevo batería la ha sorprendido con esta declaración: "Apunta, el próximo miembro de Oasis será el hijo de Lennon". Se van al camerino, a la espera del inicio del concierto. Duermen, comen algo, hojean una revista, escuchan música... "A veces aprovechamos para iniciar una pelea", dice Noel.

EL CONCIERTO

22.00. Empieza el show con dos piezas contundentes del nuevo disco, Turn up the sun y Lyla . A lo largo de hora y media desfilarán varias más. También algunos hits demoledores de su carrera, como Live forever y Rock and roll star . El bis se cubre con Wonderwall, Don´t look back in anger y My generation de The Who. Extasis entre los fans.

23.30. Fin del concierto. Vuelven rápido al hotel. Y ya no saldrán. Tienen un bar abierto hasta tarde. ¿Dónde estarán mejor?

09.00. Noel está puntual como un reloj en el lobi del hotel. No tiene buena cara. "He dormido tres horas", resopla. Pero hay, de entrada, dos entrevistas en radio comprometidas. 09.45. En la primera confiesa que tiene resaca. En la otra dice que en el concierto le habría gustado tocar dos canciones más de Don´t believe the truth , pero Liam no quiso. "No ensaya y no se las sabe de memoria aún. Es un vago".

11.00. Terremoto en la discográfica. Liam no va a hacer las entrevistas pactadas. El guitarrista Gem abre los ojos como platos. "¿En serio?" "Está en la habitación y no se encuentra bien", responde Melvin Taub, de la discográfica en Londres. Quien más quien menos sospecha de una noche etílica. En consecuencia, Noel apechuga con 11 entrevistas solito.

12.00. Noel bosteza abiertamente. "Cómo me gustaría dormir dos horas ahora". Le agota que le vuelvan a preguntar por Wonderwall , mejor canción de la historia de Gran Bretaña, según 8.000 oyentes de una emisora de su país. Evitemos, pues, el tema. Está satisfecho de que muchos críticos digan que con este disco Oasis recupera la forma. Pero lo relativiza. "No leo diarios. Sólo la sección de deportes. Además, ya sé que soy un genio". ¿Nunca tiene dudas? "No. Tengo mucha confianza en mí mismo. Mi mujer también me lo dice. ´No puede ser que no dudes nunca´. Y yo le contesto: Soy grande y mientras yo lo piense, no importa lo que digan otros".

12.30. Todos bajan a comer y beber unas cervezas, Liam incluido. "A las tres tuve un dolor de espalda terrible. Me arrastré para llegar al baño". Tan retorcido que puede hasta ser verdad.

14.20. Marchan al aeropuerto. Van a Amsterdam. En la Terminal 2, Liam ríe con Gem y Andy. Se hace fotos con unos pasajeros. Parece fresco. Noel, en cambio, se ha sentado en el suelo, apartado, con la cabeza ladeada y gafas de sol. Parece rendido.