Un incendio producido en el campamento rumano del río Zújar obligó ayer a desalojar a las cerca de 200 personas asentadas en él. El asentamiento se encuentra en la margen izquierda, en el enclave conocido como Badén. No hubo que lamentar daños personales aunque sí que ardieron dos hectáreas de pasto y matorral existentes bajo los eucaliptos de la zona.

Ocurrió sobre las cuatro de la tarde y fueron los vecinos de las casas de campo de los alrededores quienes dieron la voz de alarma. Según ha podido saber EL PERIODICO EXTREMADURA, una patrulla de la policía judicial especialista en incendios se desplazó ayer hasta el lugar para investigar las causas. No obstante, Ana Gómez, agente de la dirección general de Medio Ambiente apuntaba in situ a la negligencia de los rumanos asentados al hacer hogueras.

CONTROLADO El incendio fue sofocado en apenas media hora gracias a la fácil acceso del lugar y a la rápida intervención de un coche de bomberos del parque comarcal de Don Benito-Villanueva y de tres de sus hombres que se hallaban de servicio.

Al principio la magnitud del incendio hacía presagiar graves consecuencias. Algunos vecinos indicaron que llegaron a escuchar el chisporroteo de las llamas desde sus casas. Incluso un hidroavión sobrevoló la zona aunque no fue necesaria su intervención, dado que estaba controlado desde tierra.

Aunque las dos parejas de la Guardia Civil y la de la Policía Nacional y Local que acudieron al incendio junto a un retén de Medio Ambiente despejaron la zona de rumanos, la gran mayoría había abandonado inmediatamente la zona. Muchos de ellos esperaban en la otra orilla del río, a la sombra y con sacos con sus pertenencias.

CAMPAMENTO ILEGAL Todos los años por la época estival este mismo enclave se llena de rumanos atraídos por la campaña de la fruta. Este año el asentamiento ha llegado a convertirse en un poblado donde familias enteras malviven en tiendas de campaña. Sin embargo en la zona existe la expresa prohibición de acampar, y más aún de encender fuego. No obstante, ninguna autoridad ni administración ha atajado el problema de este campamento ilegal. Es la Guardia Civil la que diariamente visita el enclave en rondas rutinarias. Incluso regresaron al campamento tras ser sofocado el incendio y a pesar de la presencia policial.

En el lugar las condiciones de vida son extremas y poco higiénicas. La basura se reparte por todo el campamento, al igual que los restos de hogueras. Los pobladores duermen en colchones mugrientos tirados entre la maleza y las moscas invaden las decenas de tiendas repartidas en un área que ocupa aproximadamente una hectárea.