Con un chaleco amarillo como uniforme, 25 escolares de 9 y 10 años, estudiantes de Primaria de Don Benito fueron ayer la pesadilla de los conductores que cometían alguna infracción mientras circulaban por el casco urbano. Se convirtieron en pequeños policías por un día y con gran rigidez sancionaron --simbólicamente-- los incumplimientos de las normas. Por un día fueron los niños los que corrigieron y educaron a los adultos.

Con esta actividad se cerraba la I Semana de Educación Vial desarrollada en Don Benito, y lo hicieron poniendo en práctica lo aprendido durante estos días en las charlas y actividades en las que han participado.

Los escolares, divididos en grupos y dirigidos por un agente de la policía local, recorrieron las calles más céntricas para asombro de los viandantes, que observaban el transitar de los pequeños, pendientes de todos los movimientos del tráfico y dispuestos a llamar la atención a los infractores. "Es la mejor edad para aprender y con esta actividad comprobarán la vertiente real de lo que les hemos enseñado; lo aprenderán mejor", explicó Roberto Sánchez, uno de los agentes monitores de la actividad.

Las infracciones más comunes fueron los vehículos aparcados encima de las aceras, sobre los pasos de cebra y personas que cruzaban las calles sin utilizar los pasos de peatones."Son muy observadores y se dan cuenta de todo, no se les escapa ninguna infracción. Se han portado muy bien", resaltó el agente.

Para que quedara constancia de la sanción, los pequeños policías entregaban a los conductores una tarjeta --que dejaban en el vehículo si su conductor no estaba-- en la que se leía: "Este vehículo está cometiendo una infracción, piense en los demás y cumpla las normas". Una iniciativa muy bien acogida por los adultos, incluso por los que se han topado con estos vigilantes del tráfico en miniatura. Fue el caso de Maria José Nieto, quien aseguró: "Es una buena medida para que los niños aprendan educación vial y que sean responsables". Y los niños tan contentos, que alguno ya piensa en convertirse en el futuro en un auténtico policía local.