Odio las paredes blancas y el gotelé". En esta declaración de intenciones se justifica la verdadera pasión del extremeño Ricky Pizarro, natural de Zorita y de 52 años, que es capaz de crear mágicas ilusiones ópticas en las paredes sobre las que trabaja y en las que plasma su arte. Es lo que él define como la técnica del "trampantojo".

Pizarro se define como pintor-decorador, sin embargo sus manos, junto con una brocha llamada dasta, una pluma y un trapo, son capaces de convetir una pared blanca en una imitación en mármol, seda, drapeado, estuco, madera, lapislazuli, malaquita, carei, etcétera.

Sus trabajos han impresionado en todo el mundo. Tanto, que han llenado páginas enteras en revistas especializadas de decoración y en prensa nacional e internacional. Sin embargo, Pizarro lamenta que "aún no haya podido ser profeta en mi tierra". Por ello, es por lo que desde febrero pasado vive en Don Benito "con el único fin de poder transmitir y enseñar mis conocimientos a quien lo desee".

Pizarro puede considerarse el maestro pionero en España de todas estas técnicas de imitación en pintura. Una afirmación avalada por los lugares tan insignes donde dejó su huella: el Casino de Madrid, la casa de Adva Gardner y la casa de Niarkos en Londres, el Palacio del Gobierno en Perú, el Hotel Bolívar de Perú, el Hotel Reina Isabel de Las Palmas o el Palacio de Anglona en Madrid, entre otros.

Pero el arte de Pizarro no acaba en las paredes, sino que es capaz de recoger de un contenedor de basura un armario, una silla, una mesa o cualquier mueble viejo y convertirla en una auténtica obra de arte.

De cuidar ovejas, como hacía a los 7 años, Pizarro ha pasado a ser uno de los grandes de la decoración mundial, aunque su humildad le hacen estar con los pies en el suelo: "La gente me llama artista, pero yo me considero un trabajador".