La devoción y la diversión se mezclaron ayer en la celebración de la festividad de La Velá en Don Benito. Un acto en el que coincidió el regreso de la patrona dombenitense, la Virgen de las Cruces, a su santuario después de ser velada durante toda la madrugada por los fieles y que, posteriormente, se alargó con la tradicional jornada campestre en la romería en los alrededores de la ermita en la sierra de Ortigas.

Un año más el pueblo de Don Benito no defraudó a su patrona, y a las ocho de la mañana abarrotó la plaza de España para despedir a la Virgen de las Cruces que ha estado en la iglesia de Santiago durante los últimos quince días. La imagen salió portada por mujeres, que la llevaron con paso lento hasta la rotonda de salida del pueblo, que también estaba repleta. Luego, fue multitudinaria la marea humana que acompañó a la Virgen en el recorrido a pie hasta su ermita.

Una vez en el santuario, el obispo de Plasencia, Amadeo Rodríguez, ofició la eucaristía en el atrio.

Desde muy temprano, la carretera de acceso al santuario fue un hervidero de coches, produciéndose retenciones hasta las tres de la tarde. Para hacer los cinco kilómetros hasta la ermita se precisaron unos 40 minutos. La policía local estima que se pudieron dar cita unas 15.000 personas, algunas procedentes de Cataluña, Andalucía e, incluso, un grupo de jóvenes venía de Islandia.

Este año, un técnico de la Junta de Extremadura tenía previsto venir Don Benito para hacer el informe para la declaración de La Velá como Fiesta de Interés Turístico Regional.

Tradición

Una fiesta que se remonta al año 1809, cuando Don Benito empezó a venerar a Nuestra Señora de las Cruces, después de que la imagen de otra advocación mariana, Nuestra Señora de la Piedad, fuera destruída en la batalla de Medellín. No obstante, la leyenda cuenta que la imagen de la Virgen de las Cruces se la encontró un pastor llamado Bastián cuando fue a buscar una oveja que se le había perdido.