Roncadores, apestosos, hiperactivos, pedorretas, habladores, ligones, borrachos, conquistadores de territorio, beatos. ¿Dónde puede juntarse esta fauna en solo 30 metros y sin posibilidad de escapatoria?: ¡En un avión!. Si ese aparato está en el aire 10, 12 horas, el viaje puede convertirse en una pesadilla. La web de viajes Hotels.com ha publicado este verano El decálogo del perfecto pasajero de avión . Aunque las reglas apelan al sentido común, pareciera que no hay vuelo que no sea escenario para uno de esos personajes o, peor todavía, para varios. ¿Qué hacer en caso de que le toque un vecino apestoso? Pasarle una copia de este decálogo.

Ducharse y ponerse deso-dorante antes de volar

Es una regla básica: ducharse, ponerse desodorante antes de volar y usar ropa limpia. pero, a quién no le ha tocado al lado un mochilero que no ha visto una ducha en meses. En julio, A. V. se sentó al lado de uno de estos turistas. Cuando ya el olor fue insoportable, pidió a la azafata que la cambiara de lugar. En el otro extremo olfativo están los que se pasan con el perfume. Carolina García vivió una verdadera pesadilla olfativa. Una señora con gustos muy refinados se sentó a su lado. El problema es que el sentido olfativo de García estaba tan desarrollado que no soportaba el perfume de la mujer. Al final, optó por girar la cara y hacerse la dormida.

Ni roncar ni terminar so-bre el hombro del vecino

Esa mañana, Antonia Gómez se había levantado a las 5.30 para tomar un avión desde Madrid hacia Mallorca a las siete de la mañana. El plan de Gómez era acomodarse en el asiento y dormirse, pero un roncador --de los que baten récords-- se lo impidió; a ella y a todo el avión. Ni ella ni los otros pasajeros se atrevieron a despertarlo. Al final, el hombre se despertó y le pidió disculpas por si la había molestado. Es que ser cuidadoso con los ronquidos y con el espacio vital de los otros son otras de las dos reglas que se deben tener en cuenta en un avión.

El equipaje de mano nodebe llevar muchos bultos

Una joven había metido demasiadas cosas en su maleta de mano; aunque lo de mano era un decir, porque la maleta era tan grande como las que la mayoría de los pasajeros acababan de facturar. La joven se dirigía hacia la puerta: no había facturado; lo llevaba todo --todo-- con ella. La fórmula para no molestar con el equipaje de mano es llevar pocos bultos y respetar las medidas exigidas. Además, una vez colocado el equipaje en el compartimento, hay que sentarse recto y no sacar los pies hacia el pasillo para evitar incidentes.

No atosigar con conversa-ciones vanas al vecino

Marta Rizo atraviesa el Atlántico cada seis meses. Son 10, 12 horas en el aire, en un espacio encajonado y, la mayoría de las veces, con trabajo cuando pisa tierra. Para ella, el avión es un lugar de descanso. Lo peor que le puede pasar en uno de esos vuelos es encontrarse con alguien que quiere hacerse el simpático o que no para de hablar. Entonces, Rizo, se da la vuelta de manera muy sutil y se hace la dormida. Esta es una de las soluciones más adecuadas en caso de encontrarse con el hablador compulsivo al lado. Otras: ponerse a leer, escuchar música o echar mano de excusas como un dolor de cabeza repentino. Si es lo contrario y es usted el que tiene ganas de charla, la mejor manera de saber si el vecino también tiene ganas hablar es ver si le contesta con respuestas cortas o con monosílabos. Si es así, por cortesía, hay que dejarlo en paz.

Las personas hiperacti-vas, sentadas en el pasillo

O. A. mide más de 1,90 y, para él, mantenerse sentado en un asiento de avión es una odisea: necesita estirar las piernas. Por eso, siempre pide los asientos de las salidas de emergencia o los del pasillo. Es consciente de que sentarse al lado de un pasajero que no puede estar quieto durante el viaje puede ser una pesadilla. Una buena manera para evitar idas al baño, es comer de manera ligera y beber líquido no diurético antes y durante el vuelo. I.A. pasó una de sus peores experiencias en un vuelo al estar sentado al lado de la ventanilla y su vecino decidió beber alcohol durante todo el vuelo hasta el punto de que llegó a quedarse dormido borracho por lo que no pudo levantarse durante todo el trayecto.

Un avión no es una discoteca ni un sitio de recreo

Los cascos pueden ser un pasatiempo para quien los usa y un tormento para el vecino si el volumen está demasiado alto. Si se está en el asiento de en medio y los dos pasajeros de los lados los llevan puestos sin consideración, la persona puede acabar con dolor de cabeza. Por eso, antes de ponérselos es importante comprobar que el volumen no está demasiado alto. Tararear y seguir el ritmo de la música con golpecitos de los dedos está totalmente prohibido.

Respetar el espacio vitaldel pasajero de al lado

Defender el espacio propio y respetar el del otro. Esa es la regla de oro para que no haya conflictos territoriales. No hay nada más incómodo que acabar con las piernas del de atrás incrustadas en la espalda o con los pies del vecino rozando las piernas de uno. Por eso, es importante delimitar el espacio propio desde el principio y acomodarse sin ser expansionista. A la eterna duda de a quién pertenece el reposabrazos, no hay respuesta posible. El reposabrazos no es de nadie; por eso, hay que actuar con amabilidad y compartirlo.

Cuidar a los niños y tenerpaciencia con sus juegos

Lo cierto es que es difícil contener a un niño durante un vuelo. Si es usted el que viaja con un niño, intente que no dé golpes a los asientos contiguos, que no arroje juguetes y que no ensucie a otros pasajeros. Si usted es el afectado, tenga paciencia y si le molesta mucho hable con la azafata o con los padres.

No avivar las histerias pa-ra evitar alarmar al resto

Los aviones se mueven y atraviesan turbulencias. Si eso pasa, no se deje llevar por la histeria colectiva y, sobre todo, no la avive. No hay nada peor que tener un vecino que anuncia que el avión se va a caer. Permanezca calmado porque su comportamiento puede asustar a niños, ancianos o gente que vuela por primera vez. Otra regla muy necesaria es tener paciencia cuando el avión ha aterrizado. En ese momento, no hay que empezar una carrera para llegar antes a la puerta de salida. Respete el paso y no empuje a los otros pasajeros.

Reclinar el sillón sin mo-lestar al pasajero de atrás

¿Puede un pasajero reclinar el sillón? Sí. La cosa es reclinarlo teniendo en cuenta que detrás hay otra persona sentada y que, si el sillón se reclina al máximo, el de atrás tiene la sensación de que el asiento está sobre sus piernas. Así, hay que ser considerado y hasta preguntar si le molesta. Si es usted el que está atrás, hay que ser tolerante. Otra regla que es muy citada es la de permanecer con la ventanilla cerrada cuando el avión vuela de día y las azafatas las cierran para simular que se ha hecho de noche. Muchos pasajeros aprovechan la oscuridad para dormir, pero siempre hay alguien que la abre y el chorro de luz entra con tanta intensidad que impide que el resto concilie el sueño.