Laura Parra hace más de una década puso en marcha una explotación caprina en Villar de Plasencia. Estudió Educación Social y es una ganadera productora de leche y cabritos con destino al matadero. Tiene en Cooprado un gran aliado y trabaja por la incorporación de los jóvenes al sector.

-¿Cómo se introdujo en el sector ganadero?

-Mi actividad como ganadera comienza con una tradición familiar, puesto que soy hija y nieta de cabreros. Mi pasión por las cabras la desarrollé a muy temprana edad. Desde niña ayudaba a mis padres con las tareas ganaderas. Así, poco a poco, adquirí las aptitudes necesarias para la profesión y lo que comenzó como un juego de niña, con el tiempo se convirtió en una vocación.

-¿Qué titulación universitaria tiene y como le ha servido en su trabajo?

-Estudié educación social en la Universidad de Educación a Distancia, mientras lo compaginaba con el trabajo en la explotación caprina de mis padres. Esta manera de estudiar me posibilitó formarme en los dos ámbitos que más me apasionaban, la ganadería y el de la intervención socioeducativa, para luego poder decantarme por uno de los dos.

Si soy sincera, aplicar mis estudios como educadora a mi trabajo, aparte del nivel cultural que me aporta el tener una formación universitaria no me ha servido a día de hoy para mucho. Lo que sí me ha servido es la transferencia de conocimiento recibida de mis padres a lo largo de los años, una formación empírica basada en la observación, transmitida oralmente con la posibilidad de poner en práctica cada día lo aprendido.

-¿Por qué se decantó finalmente por esta profesión?

-Desde niña siempre mostré un gran interés por la ganadería y especialmente por las cabras. Es un trabajo duro en ocasiones, pero muy gratificante en otras. Así que decidí compaginar mis estudios universitarios con la formación como ganadera. Tras formarme y valorar las diferentes opciones decidí seguir con la tradición familiar.

Elegí este trabajo simplemente porque me apasiona, porque puedo organizarme planificar mi trabajo con tanta libertad que me deja tiempo para dedicarme a mis otras aficiones y por supuesto la interacción con los animales me produce un bienestar que no es comparable con nada.

-¿Cómo es su día a día?

-Mi trabajo se divide en bloques diferenciados, pero interrelacionados: una gestión económica, una gestión comercial, una gestión de recursos humanos y la organización de las tareas propias de los animales.

Las mañanas las dedico a las tareas vinculadas al cuidado de los animales, ordeño, alimentación, organización de los lotes de animales dependiendo del nivel productivo de los mismo, aplicación de cuadros vacúnales.

Por las tardes las dedico a la gestión económica y a la gestión de los recursos humanos. Dentro de esto están las actividades tales como: identificación de animales, guías, hacer una estimación de cuáles son los ingresos y gastos mensuales, etcétera. Por otro lado, en la gestión de recursos humanos lo que hago habitualmente es distribuir las tareas por semanas de cada persona que trabaja. Por ejemplo, el que está encargado del ordeño una semana pasa a encargarse de alimentar a los animales en la siguiente. Así evitamos la monotonía del trabajo y que una parte del mismo quede desatendida en caso que falte alguien.

De la gestión comercial se encarga la cooperativa. El hecho de que se encargue de esta parte supone una descarga de trabajo muy importante para mí. Y ese tiempo que dedicaba a esto puedo invertirlo en los animales para conseguir un mayor rendimiento.

-Al ser mujer, ¿cómo ve la evolución de la incorporación de la mujer al sector caprino? ¿Es la ganadería una buena opción para la conciliación familiar?

-El papel de la mujer en el sector caprino es el mismo de siempre, un trabajo activo que durante años el patriarcado se ha encargado de invisibilizar, pero su trabajo es incuestionable y consiguieron que las mujeres que ahora nos dedicamos a este sector reivindiquemos el lugar que nos corresponde y luchemos por una igualdad real.

Creo que la ganadería es la mejor opción para conciliar la vida familiar y laboral, porque tenemos la libertad de ajustar nuestros horarios a nuestras obligaciones familiares. Es más, me atrevería a afirmar que criar a hijos en este ambiente les hace desarrollar un sentido de pertenencia a la tierra y un respeto hacia la naturaleza.

-Muchos consideran que el caprino de leche no es una opción de negocio, ¿cómo consigue rentabilizar sus 600 cabras? ¿De qué raza son?

-Tengo 600 cabras murciano granadinas, divididas en tres lotes de producción distribuidos por las diferentes épocas del año, evitando tener parideras en los meses de primavera, que es cuando menos vale la leche y menos calidad tiene.

Para rentabilizar este negocio supongo que lo hago como la mayoría de las pequeñas y medianas empresas: realizando muchas cuentas. Es muy importante tener una buena selección genética de los animales, desviejar aquellos que no lleguen al umbral mínimo de producción de la granja, tener un gran control sobre la alimentación y el estado sanitario de los animales.

-¿Cómo influye tener cerca a los profesionales de Cooprado? ¿Cuál es tu relación con ellos?

-El hecho de pertenecer a la cooperativa Cooprado me ha proporcionado una mayor viabilidad para la explotación a través de ellos. Bueno realmente de nosotros mismos, porque la cooperativa somos todo ese grupo de personas que decidimos unirnos para buscar un desarrollo que, de forma individual, sería imposible. Con Cooprado obtengo formación, asesoramiento y disminuyo los costes de producción que de forma individual resultaría económicamente inviable.

Mi relación con ellos, al igual que el resto de socios, es una comunicación bidireccional. Se trata de aportar ideas planteando mis necesidades como ganadera, para que tras una puesta en común junto con el resto de ganaderos y de profesionales con los que contamos en la cooperativa logremos la solución más factible.

-La gente piensa que para ser cabrero no se necesita una formación y, por lo tanto, es un trabajo menos digno, ¿qué opina al respecto?

-Esa afirmación no la considero cierta. Sí se necesita una formación aunque esta no sea reglada y no tengamos un título que lo confirme. Pero también es cierto que el hecho de tener un título académico no te garantiza ser un gran profesional. Los cabreros sí que recibimos una formación que se transmite de generación en generación basada en la práctica que a día de hoy si lo comparamos con cualquier formación académica cada vez se pide más prácticas en empresas. Pues los que hemos tenido la suerte de formarnos en una explotación familiar el 80% de nuestra formación se basa en eso.

La ganadería como todos los sectores está en constante evolución, pero los jóvenes que hemos elegido quedarnos en el sector combinamos la experiencia y la tradición de nuestros antecesores con la iniciativa y la innovación que aportamos nosotros.

-¿Qué proyectos de futuro tiene?

-Mi proyecto más inmediato, junto con Cooprado porque mi desarrollo está estrechamente vinculado a la cooperativa, será desarrollar un conjunto de medidas para la incorporación de los jóvenes al sector y si son mujeres mucho mejor.