Si algo por lo que sienten fervor, pasión y máxima devoción los fieles de Almendralejo por su patrona, la Virgen de la Piedad. Dos sin verla procesionar por sus calles se han hecho eternos para muchos y el momento de volverla a ver pasear por sus calles era tan especial como esperado para los vecinos. Lo hizo en una noche calurosa, como todas las de este verano, pero donde la emoción estuvo por encima de todas las circunstancias.

Ataviada con su manto verde y dorado, a hombros de los casi 90 costaleros que decidieron aparcar sus vacaciones para dedicarle su tiempo y esfuerzo, la Virgen de la Piedad completó su camino desde el santuario que lleva su nombre hasta la parroquia de la Purificación, donde será venerada por los fieles cada día hasta el 14 de agosto que regrese a su templo y presencie el acto de sus fiestas, ya por fin sin restricciones.

Estrenaba estructura el paso de la Virgen, menos pesado que el hierro de antaño, pero que ha necesitado que costaleros y costaleras hayan tenido que dedicar más tiempo a los ensayos para habituarse. Pasionales, especialmente, las costaleras. Un relevo de 30 mujeres que nunca falla a la patrona por estas fechas.

Los vecinos engalanaron las calles con adornos dorados y celestes y numerosos arcos distribuidos por varias barriadas. Junto al párroco de la Piedad, el alcalde, concejales, la reina y sus damas abrían el paso a la patrona que desfilaba al compás de los acordes de la banda municipal de música de Almendralejo. Acerados y balcones repletos de almendralejenses que vivieron con fervor el regreso de su figura más admirada: la Virgen de la Piedad.