La corporación municipal de Alburquerque se reunía en una tensa sesión ordinaria de pleno en la tarde del jueves, 29 de julio. Entre los puntos del orden del día destacaba la toma de posesión de dos concejales del grupo gobernante, antes perteneciente al PSOE y ahora no adscrito al haberle abierto expediente de expulsión el partido con la alcaldesa Marisa Murillo, al frente. Finalmente se aplazó la toma de posesión, "por motivos organizativos", aludió Murillo, por lo que continúan con cinco concejales, los mismos que la oposición formada por IPAL, cuatro ediles, y PSOE, un único concejal que continúa fiel a los dictados del partido. Por su parte, se aceptó la renuncia de la concejala, Magdalena Carrasco, quien durante varias legislaturas fuera concejala de cultura y festejos.

IPAL (Independientes por Alburquerque) propuso a través de su portavoz, Manuel Gutierrez, la disolución de la corporación, la dimisión en bloque, para que sea la Diputación de Badajoz, "quien se haga con las riendas del la gestión del Ayuntamiento hasta las próximas elecciones municipales". Gutierrez señaló que la situación actual lo exigía, "la bancarrota, la actual crisis económica, unida a las crisis social e institucional, requieren que se convoque un pleno urgente y extraordinario para dar ese paso".

La sesión transcurrió a puerta cerrada, según rezaba en la convocatoria, "debido a la actual situación sanitaria ocasionada por el covid", a pesar de que en Alburquerque solo se contaba con dos casos activos y está siendo la población extremeña de más de cinco mil habitantes menos golpeada por la pandemia en su quinta ola. A pesar de no contar con público en el salón de actos (fue retransmitido por la televisión local y en la red social Facebook) una veintena de vecinos protestaba en la calle profiriendo gritos de "fuera" y "dimisión", a la vez que abuchearon a la alcaldesa y sus concejales a la salida del pleno.