Exitoso doblete de la banda de música Monesterio-Cabeza la Vaca, en la Plaza de las Moreras de Monesterio, para cerrar la programación cultural del mes de julio; y la jornada anterior, sobre el albero de la plaza de toros de Cabeza la Vaca. Dos conciertos, organizados por ambos ayuntamientos, en colaboración con este colectivo, en el que se integran componentes de uno y otro municipio.  Conciertos al aire libre, con todas las medidas anti covid-19, y el ya el sistematizado distanciamiento, toma de temperatura y aforos adecuados a la normativa actual.

Tras la difícil situación que aún continúa atravesando el mundo de la cultura, los aficionados, --que, como siempre, acudieron de forma generosa a la llamada de su banda--, agradecieron este singular reencuentro musical. No sólo por poder volver a escuchar música en directo, si no, como un merecido homenaje a los músicos, que han sufrido de manera singular tan largo periodo de crisis sanitaria, en el que incluso llegaron a prohibirse los ensayos en grupo.

Actuación de la banda el la plaza de toros de Cabeza la Vaca Rafa Molina

Sección de flautas de la banda Monesterio - Cabeza la Vaca Rafa Molina

Dificultades

“Este ha sido, sin duda, el concierto más difícil de preparar”, señalaba el director de la banda, Antonio Mimbrero. Y es que, a todos los problemas surgidos por la crisis sanitaria, en este caso se une la peculiaridad de una formación en la que se integran músicos de dos localidades, de todas las edades, muchos de ellos trabajadores o estudiantes residentes en distintas ciudades… situaciones que han obstaculizado, aún más, poder desarrollar un calendario de ensayos, que en más de una ocasión se ha visto suspendido por cierres perimetrales, confinamientos, o cuarentenas.

Esta serie de condicionantes ha supuesto que la banda haya estado sin subirse a un escenario durante más de un año. Su música no sonó en las procesiones de la Semana Santa, ni en los tradicionales conciertos de Navidad. No hubo galas estivales, ni intercambios culturales. Se suspendieron las actuaciones en romerías y los pasacalles. La pasión del músico es tocar y agradar a quien lo escucha, con lo que este concierto, sirvió para volver a conectar a los músicos entre ellos, y con su público, en dos veladas para recordar.

Repertorio

La agrupación musical se presentó con un cartel titulado, “Lo que no se pudo escuchar en 2020”; y eso fue precisamente lo que se ofreció desde el escenario. Una recopilación de las músicas que no se pudieron escuchar el año pasado en calles, plazas y teatros, entre las que destacaron los alegres y populares pasodobles, las sobrias marchas procesionales, parsimoniosas bandas sonoras, o divertidas músicas infantiles, sin olvidar versiones del pop nacional e internacional. Un más que merecido reconocimiento, hacia quienes han estado silenciados durante tantos meses, y un emotivo reencuentro con el que agradecer al público, en forma de melodías, tan larga espera.

 El concierto se abrió con la actuación del pianista Agustín Oliva, (Chopin Waltz op.64). A continuación, un quinteto de clarinetes interpretó la banda sonora de la película, Oblivion, de Anthony González y Joseph Trapanese. La banda en su conjunto, y por este orden, hizo sonar el pasodoble, Tío Caniyitas, (Ricardo Dorado); Ammerland, (Jacob de Haan); una recopilación de temas de la banda británica Coldplay; la banda sonora de la película, El Rey León, (Hans Zimmer); la marcha procesional, Se siempre nuestra Esperanza, (Rubén Jordán Flores); Mi gran noche, (Raphael), y como bis, --regalo de la banda a su público--, Ross Roy, de Jacob de Haan.