Las instalaciones del Cortijo Los Cotos, de Monesterio, han vuelto a acoger, --y ya van quince años--, el campamento estival que organiza la Parroquia San José Obrero de Sevilla, con motivo de su retiro de verano, en el que este año han participado una treintena de menores, acompañados de nueve monitores.

En periodos “normales”, este campamento ha venido acogiendo a casi un centenar de participantes. Este verano, “las condiciones sanitarias han provocado una disminución de aforo”, explica Santiago Recuero, catequista y monitor de esta actividad.

Durante una semana, la organización diseña un apretado programa de actividades, en plena naturaleza, con el que “recargar pilas”, de cara al próximo curso. Aunque, lo más importante, señalan los organizadores es que “los niños y niñas aprendan a jugar”. Parece que “se nos ha olvidado que los niños necesitan jugar”. Durante una semana, “se olvidan de móviles, consolas y redes sociales”, para “volver a ser niños”. La actividad está organizada para menores de entre 9 y 16 años, quienes, además, aprovechan su estancia en el cortijo, para conocer y visitar el medio natural de Monesterio, el propio municipio, o algunos de los enclaves más destacados de la comarca.

Además, el campamento supone un “importante respiro familiar” para aquellas familias, en las que, por cuestiones laborales, se hace “difícil” conciliar durante el periodo vacacional de sus hijos. “Yo, no se quién descansa más, si los niños, o sus padres”, manifiesta el monitor de este campamento.

La elección

Recuero, ha revelado el porqué de repetir, año, tras año, en este enclave. Primero, manifiesta el monitor, “porque nos encontramos a una hora escasa de Sevilla”, y eso da cierta tranquilidad a los padres. En segundo lugar, “por la cercanía del cortijo con Monesterio”; con lo que la asistencia sanitaria y cualquier otro servicio se encuentran a menos de diez minutos del campamento. Además, “y no menos importante”, son “las comodidades que encontramos en el cortijo, y el trato familiar que se nos da por parte de sus propietarios”. Es como “si cada verano volviésemos a casa”, sostiene el catequista, que además destaca la disposición exclusiva de “todas las dependencias, espacios exteriores, piscina, e incluso de la capilla”, durante su estancia en Los Cotos.