La banda de música Monesterio-Cabeza la Vaca cuenta desde este mes de mayo con siete nuevas incorporaciones. La mayoría provienen de la banda infantil que se surte del alumnado de las escuelas municipales de música de ambas localidades.

Gonzalo Simón Lavado, trompeta, de Cabeza la Vaca, y los músicos de Monesterio, Darío Gabella Vasco, saxo alto; Elena Vasco Calderón, clarinete; Javier Monjo Rico, saxofón; Miguel Ambrona Duqueso, tuba; Estela Rodríguez de la Vega, clarinete y José Ignacio Rodríguez Para, saxofonista, son ya parte del grupo humano de la banda de música de Monesterio-Cabeza la Vaca, integrada por sesenta músicos de ambas localidades.

Los nuevos integrantes fueron presentados durante el último ensayo. Además de recibir la felicitación de sus compañeros de banda, recogieron de manos del director, Antonio Luis Mimbrero, un diploma de reconocimiento, tras superar las pruebas de acceso, que se celebraron la semana pasada en las escuelas municipales de música de ambas localidades.

Partida doble

Cada pueblo tuvo su propia banda, creadas en ambos casos a iniciativa de sus ayuntamientos, a mediados de los años 90 del siglo pasado. Al día de hoy, la banda Monesterio-Cabeza la Vaca representa un claro ejemplo de supervivencia en la lucha contra la despoblación del medio rural. La pérdida de habitantes de algunas localidades hizo peligrar el desarrollo de diferentes elementos culturales, tan arraigados, como son las bandas de música.

En el caso que nos ocupa, el arrojo de su director, (que a su vez dirige las escuelas municipales de los dos pueblos), el atrevimiento de las directivas de las asociaciones que sustentan ambas formaciones musicales, así como el apoyo de los ayuntamientos de Monesterio y Cabeza la Vaca, que financian las escuelas de música de los dos pueblos, han dado como resultado la construcción de un sorprendente espacio musical que comparte la esencia de estos dos municipios de la comarca de Tentudía.

Valores

Todo lo anterior, sería imposible sin el firme compromiso de las niñas y niños, jóvenes y adultos que se integran esta formación. El colectivo divulga y promueve valores de amistad, obligación y responsabilidad. Tanto es así que, para ensayar, los músicos deben recorrer semanalmente, los 16 kilómetros que separan ambas poblaciones.

 La nueva promoción de músicos que acaba de incorporarse, ya forma parte de esta gran familia. Junto a sus compañeros disfrutarán haciendo lo que más les gusta; pero, además, entran a formar parte de un grupo generador de la cultura musical de sus pueblos.