El festival Womad reunió ayer a más de 30.000 espectadores en la segunda jornada en el casco histórico, según la estimación realizada poco antes de las 22.30 horas por parte del director del Gran Teatro, Isidro Timón. La jornada, que transcurrió sin incidentes destacables, convirtió la parte antigua en el mejor escenario para las músicas del mundo con el grueso de los conciertos repartidos entre la plaza Mayor y la plaza de San Jorge, donde la afluencia de público fue aumentando a medida que transcurría el festival.

Menos suciedad y aglomeraciones que otros años fueron las notas más destacadas dentro y fuera de la parte antigua, favorecidas por el traslado de los puestos de venta a Cánovas. Los servicios sanitarios de Cruz Roja apenas tuvieron que intervenir y, al cierre de esta edición, sólo habían tenido que trasladar a un centro sanitario a una persona por una fuerte intoxicación etílica y otras sustancias. El dispositivo de limpieza funcionó como otros años y la presencia de operarios de Conyser en el casco histórico también fue notable.

Aunque la plaza Mayor registró entre 10.000 y 12.000 espectadores, según la policía local, en el último concierto de la jornada, la de San Jorge se quedó pequeña para acoger las actuaciones de Los Niños de los Ojos Rojos y Habana Abierta. La banda extremeña encadiló a un público entregado.

El Gran Teatro, tercer escenario para los conciertos, también registró una magnífica entrada para el debut en el festival de la banda extremeña El Desván del Duende que, junto a Kiki Dee (Reino Unido), Cara Dillon (Irlanda) y Guo Yue (China) fueron los encargados de abrir el Womad en la plaza Mayor. Muchachito Bombo Infierno se encargó de poner el broche a la segunda jornada con su concierto, que comenzó puntual a las 22 horas.

MENOS CRISTAL Con un ambiente excepcional, el botellón se repartió por distintos puntos del casco antiguo, en su mayoría en envases de plástico y con menos botellas de cristal que otros años tras la medida municipal de garantizar así la seguridad del público. La presencia policial fue muy discreta y sólo se dejó ver con varias unidades de la Policía Nacional en el acceso a la plaza por Gran Vía, además de la de agentes de la local en la plaza de San Juan.

El flujo de espectadores por las cuatro sedes del Womad --el palacio de Carvajal y la plaza del Conde de Canilleros acogieron talleres-- fue constante. Las plazas de la parte antigua se transformaron en improvisados escenarios para que el público pudiera disfrutar de actividades como la danza del vientre en Santa María. La magia del festival se trasladó a otros calles del centro, donde el público se agolpó para ver a artistas urbanos.