El Cristo Negro de Cáceres es una talla especialmente significativa y simbólica, que abarrota el recinto intramuros cada vez que procesiona en la medianoche del Miércoles Santo, siempre en completo silencio. Cacereños y visitantes llegados de distintos puntos de España y el extranjero copan su itinerario penitencial mucho antes de la salida. La comitiva, enlutada, con hábito benedictino y cíngulo de esparto, escolta a este singular paso tallado en madera negra de origen desconocido, pero del que ya existía constancia en el siglo XIV.

Imagen sobrecogedora de Cristo muerto, está envuelta en el misterio y la leyenda que siempre acompaña a las Vírgenes Negras... y a los Cristos Negros. Porque no es el único. Un estudio realizado durante años por el cofrade cacereño Antonio Corrales Gaitán desvela que existen una veintena de imágenes en madera oscura con iconografía de crucificado (la mayoría) o nazareno, repartidos por el planeta. Muchos tienen su origen coincidiendo con la llegada de los españoles.

Milagrosos y venerados

Antonio Corrales, hermano de la cofradía cacereña desde su fundación, ha contactado con distintas cofradías del Cristo Negro en el mundo. Destaca el Señor de Esquipulas (Guatemala), también llamado Cristo Negro, el crucificado de mayor influencia en América. Este municipio, conocido hoy día como Capital Centroamericana de la Fe , fue conquistado en 1525 por tres capitanes españoles. Ya en 1594, y a modo de acción de gracias, los misioneros mandaron esculpir la imagen a manos de Quirio Cataño. Fue tal la devoción que tuvo que construirse el Santuario de Esquipulas con torres de hasta 50 metros. Según Corrales, existen 12 centros religiosos en El Salvador bajo la misma advocación.

En Méjico está el Cristo Negro de San Román de Campeche. La villa fue fundada en 1540 por los frailes franciscanos y unos veinte españoles, que encargaron al mercader Juan Cano de Coca Gaitán que llevase la hechura de un Santo Crucifijo de Nueva España. La Imagen se realizó en ébano en 1565, "y se consideró un milagro que el barco que los trasladó de vuelta entre Veracruz y Campeche solo tardase 24 horas", recoge Antonio Corrales.

También en México se encuentra el Cristo Negro de Chalma, donde los agustinos comenzaron en 1537 la evangelización de los nativos, quienes ofrecían sacrificios humanos dentro de una cueva. Narra la leyenda que de forma milagrosa apareció un crucificado oscuro en el lugar de aquel ídolo, que cayó destrozado. Hoy se levanta un santuario masivamente visitado, aunque la imagen se deterioró y la actual es blanca.

De nuevo en México está el Cristo Negro de Salamanca-Guanajuato. En concreto, Salamanca fue fundada en 1603 por los españoles. Recoge la leyenda que esta imagen, esculpida en Pátzcuaro, tomó el color oscuro para esconderse de una persecución, y eligió Salamanca como lugar de culto inclinando hacia allí su cabeza.

Quemado y decapitado

Otra advocación, el Cristo Negro de Otatitlan, se encuentra también en Méjico, en una población descubierta por Diego Fernández de Córdoba. Cuentan que en 1597 llegó este crucificado en una balsa por el río Papaloapan. "En 1931 el gobernador intentó quemarlo, pero no lo logró al estar realizado en madera de nacastle , por ello lo decapitó", relata Corrales. En 1950 le fue repuesta la cabeza.

También es muy conocido el Cristo Negro de Daule o de los Milagros, en Ecuador, que sanó a un hombre. Se dice que la talla cambió su tono blanco por el negro al ver a un fraile azotar a un muchacho de color. Además, Corrales ha seguido la pista del Cristo Negro de Portobelo (Panamá), población descubierta por Colón en su cuarto viaje. Las crónicas hablan de milagros que obligaron a desembarcar esta talla en Portobelo, sin opción de seguir hacia su destino en Colombia o Perú.

Incluso allende los mares existe el Cristo Negro de Quiapo (Filipinas), que llegó en barco a Manila en 1606 desde Acapulco, y al quemarse en el trayecto tomó su tono oscuro. Sin olvidar al Cristo Negro de Los Angeles, en EEUU, realizado como copia del Señor de Esquipulas e introducido en el país por el Río Bravo ante la falta de los papeles precisos. Llegó mojado, como tantos inmigrantes, de ahí que sea también conocido como Cristo Mojado.