Andrés Jesús Muñoz Mohedano es perito calígrafo judicial y trabaja en distintas ciudades al servicio de los tribunales. Ha comenzado a colaborar con la campaña contra el graffiti iniciada por el Consorcio Cáceres Ciudad Histórica para llevar la sensibilización a las aulas de colegios e institutos. Aunque reconoce que su papel no es el más agradable, porque explica a los chavales que hay técnicas que permiten identificar al autor de una pintada y responsabilizarle de los daños, entiende que los alumnos deben estar informados de las consecuencias de este tipo de actos.

De hecho, la campaña incluye una mayor colaboración con la figura del perito calígrafo para determinar si un graffitero al que se le atribuye una pintada puede ser también el autor de otras. Andrés Jesús Muñoz ya ha participado anteriormente en investigaciones de este tipo, y ello porque la pericia caligráfica constituye una ciencia con métodos que aportan resultados claros, eso sí, después de muchas horas, días o meses de trabajo. En realidad, este profesional es un auténtico apasionado de su cometido porque siempre aplica una máxima: "Buscar la verdad".

Y esa verdad se traduce en justicia cuando los resultados llegan ante el juez. Como aquel proceso relativo a un banco en Navalmoral de la Mata, en el que tuvo que identificar por la escritura a la persona que falsificaba las firmas del resto y que había logrado defraudar 1,6 millones de euros. Al final se condenó al director y se liberó de sospechas a los empleados.

Licenciado en Derecho (inscrito en el colegio de letrados de Madrid), Andrés Jesús Muñoz se especializó con un postgrado en pericia caligráfica judicial en la Universidad Autónoma de Barcelona, y luego cursó dos masters sobre las mismas materias. Fue procurador de los tribunales diez años pero su vocación le llevó a dedicarse a la pericia caligráfica preferentemente.

"El proceso que seguimos al analizar la escritura es muy detallado. Se estudian todos los elementos gráficos, tanto los estructurales como los formales. Analizamos desde la presión que se ejerce al tamaño de la letra, el aspecto general del escrito, la rapidez, la velocidad, el movimiento, los enlaces, los gestos tipo intrínsecos a la persona...", explica. Aunque alguien pretenda enmascarar su escritura, lo tiene muy difícil a los ojos de estos expertos.

Además, como ciudadano cacereño, le inquieta la proliferación de los graffitis en la ciudad y por ello está ilusionado con la campaña de concienciación. "Hay que educar, enseñar a los niños que el graffiti es un arte pero solo permitido en sitios autorizados", señala.