Cáceres siempre ha sido muy de bares. Por ejemplo, por Pizarro estuvieron El Comunista y El Escudo de Oro con sus pistolas. Bares famosos fueron El Cacharrín (estaba en la cuesta del Gran Teatro y el dueño tocaba la guitarra de morirse), y el Luciano, (luego fue Galvao), con la señora María , que era una gran cocinera (su hijo Luli fue camarero del Gran Café). La señora María era famosa por la prueba de cerdo, tan famosa que popularizó en Cáceres este dicho: "Después de la prueba de Luciano, la de anca Puta Parió de Jarandilla".

El Bar Luciano estuvo en la calle Parras y en sus orígenes fue Casa Juan, un bar que en los años 20 abrió Juan Guerrero , padre del fotógrafo Juan Guerrero , y que montó este establecimiento, situado muy cerca de la calle San Felipe, que era la calle donde se amontonaban las casas de citas de la ciudad. Era Parras un lugar en el que no había entonces más bares que Casa Juan, porque hasta más tarde no llegarían Los Porrones, y el Cervantes, que luego fue la bodega del señor Pedro Benítez .

Tenía Casa Juan un mostrador de madera, según entrabas, a la izquierda, y luego dos salas donde los clientes se jugaban el vino y el café a las cartas o el dominó, sobre todo por las tardes. Cuando el conocido taxista José Iglesias Brillo se hizo con el local, lo bautizó como El Burladero de Galvao, pues por Galvao era conocido José Iglesias en todo Cáceres. Al noble oficio del taxi se dedicó Galvao durante 27 años, siempre bajo la máxima de la discreción, un trabajo que compartió con otros históricos como Antonio Bombero , Juan María Muriel , Paco El Colorao , Jorge Folleco , y muchos más.

Por el taxi de Galvao pasó toda la ciudad, gentes de toda clase y condición: alcaldes, diputados, el padre de Federico Trillo , que fue gobernador civil de Cáceres; el obispo Llopis Ivorra ; el director de Banesto, don Enrique ; el médico Julián Murillo , o el arquitecto que hizo el 18 de Julio. Cuando en los años 50 adquirió este negocio de hostelería, logró encumbrar un local que hizo muy popular por su rabo de toro y su chanfaina.

Lucinio Galán

En 1920 Lesmes y la señora Gabriela abrieron en la calle Donoso Cortés, enfrente del antiguo edificio de Correos, una tasca de aquellas en las que te servían los chatos de vino, hasta que en los años 40 Lucinio Galán , un hombre de Montánchez que era sargento y al que no le gustaba la vida militar, llegó a Cáceres con su familia para probar suerte en el negocio de la hostelería.

Así comenzó la historia de este bar pequeñito que tenía un vino y un jamón exquisito de Montánchez. Abajo estaba el bar, con una escalera al fondo que se comunicaba con la vivienda de los Galán, que estaba arriba, donde se preparaban los pinchos. Lucinio le había alquilado el local a unos cacereños que vivían donde ahora está el Hotel Don Carlos y a los que pagaba 120 pesetas mensuales.

Un día Lucinio, que se hizo cartero, decidió comprar el bar y la casa. Su local era de la época de Eustaquio , de Rey ... Logró una estupenda clientela y el suyo se convirtió en uno de los bares más conocidos de Cáceres. Lo frecuentaban Tino Acha , Juan García (el cartero poeta), Javier Herreros de Tejada , Juan Bravo , que trabajaba en Hacienda, Benedicto Arias , el de la Casa Grande, los jugadores del Cacereño que hacían el calentamiento cada domingo antes del partido, o Eduardito , mítico conserje del ayuntamiento que imitaba a la perfección el sonido de la trompeta.

Pasaron los años y Lucinio alquiló el bar a José Luis Lozano (entonces se hacían allí unas timbas de cartas a las que acudían muchos asiduos). Hasta que en 1989 un hijo de Lucinio, Modesto Galán , se hizo con el establecimiento de su padre y lo bautizó como La Mora Cantana.

Siguiendo con esa ruta cacereña de los bares, en Las Cuatro Esquinas estaba el Lázaro, y a partir de ahí La ruta de los elefantes, llamada así por las trompas que podías agarrarte si hacías el recorrido por El Lázaro, el Suizo (que estaba debajo de la casa de Fernando Carvajal ), el Nidos y La Chicha. En Moret estaba La Granja (estupenda pastelería), El Maleno (que tenía freidora y hacía tencas), La Catalana, La Cueva (que fue tasca antes que club de alterne), el Virgilio, Los Marros (llamado así porque estaba decorado con marros de río), El Rialto y, cómo no, El Gironés, que estaba en San Juan y era como la universidad del vino porque a su tertulia acudían profesores destacados como Secundino , Bravo o Pablo Naranjo . El bar tenía un mural pintado por Dioniosio Hernández Gil , acudían los taxistas (entre ellos Antonio Cortés y Victoriano García , que fue el que obtuvo la primera licencia y tenía la cochera en Cornudilla frente a la casa de Carlos Guardiola ).

Las Cuatro Esquinas fue otro lugar de míticos bares. En 1991, cuando regresó de la mili, Yiyo Nieto montó El que faltaba, aunque su destino estaba llamado a ponerle cara al bar Belle Epoque. El primer Belle Epoque de Yiyo estaba realmente en la calle de la Cruz, un bar que en sus orígenes llevaba Pedro Mango y que se llamaba El Surtidor porque vendían por las ventanas.

Poco después, Yiyo consiguió el milagro: reavivar un local desierto llamado Tú y Yo que había en la calle de los bares y que él rebautizó con el nombre de Belle Epoque. Durante ocho años pasaron por Belle Epoque figuras como Carmen París , Estopa , Antonio Orozco y Bebe (el cartel de su concierto lo hizo Cisco , un pintor pacense).

A finales de los 70, Paco Núñez , conocido por todos como Paco Lobo , fue uno de los líderes más representativos de la denominada Movida Cacereña. Fue La Grillera, un garito situado en la calle de la Audiencia, uno de los primeros gérmenes de esa Movida. Era un sitio donde se escuchaba a los Rollings, The Doors o The Beatles. Lo llevaba Carlos , que ahora regenta un albergue en Hervás.

Poco después, al rebufo del grupo musical Coup de Soup, Paco Lobo funda junto a Marce Solís la Sala Rita. El Rita había sido previamente Angelo's, un local que regentaba Pedro Prado y que tenía alfombra roja. Casi en paralelo nació Radio Carolina, el actual Bar La Calle, que se

convirtió en uno de los templos del rock and roll americano y de la música de importación. El local estaba situado en La Madrila, muy cerca de Al'Andalus, que llevaba Borrasca , que hasta te preparaba un cocido y el personal flipaba. Era La Madrila del Por Ejemplo, que entonces regentaba Isidro Timón , o de El 92, en Doctor Fleming, que diseñó Diego Ariza , o de El Charifa (actual Submarino), que llevaba Santi , o de Tubos, El Ariadna que estaba en El Adarve, el Jamec, El Amador o El Extremeño de Jesús Sansón o el Mesón Jara en la plaza Mayor, de Fernando Soler , quien tras abrir Retales Josefina montó este mesón que con su Fiesta del Champán dio aún más fama a la movida, el Teddy Montana, La Furriona el Epi, cuyos artífices fueron Epifanio Mena y María Luisa Jiménez , que regresaron de Alemania, donde habían tenido que emigrar, para montar en la calle Camberos uno de los bares más famosos de la movida, frecuentado por estudiantes, tunos y forofos del Cacereño.

Bares, todos ellos y muchos otros, que también han escrito desde sus míticas barras gran parte de la historia de Cáceres.