Al asomarte a la ventana de este noveno piso de la avenida Primo de Rivera no puedes evitar sentirte afortunado. Abajo una excavadora se hace hueco en la profundidad de la tierra para sacar a flote un aparcamiento, a la derecha el esplendoroso Cánovas, la Montaña y San Jorge, y a la izquierda, desafiante, la estatua de Hernán Cortés, el extremeño que lideró la expedición que causó el final del Imperio azteca y la conquista de México. Una estancia diáfana, sin cachivaches, algunos cuadros, un espejo, una mesita con libros de arte y gastronomía y una película que va y viene en el televisor. Nos reciben con la naturalidad que solo conservan aquellos a los que el ego y la fama no se les subió jamás a la cabeza. El mantel blanco, impoluto, ya está extendido. Sobre él, un Marqués de Valdueza, una vela blanca y dos jarrones que vigilan una bandeja cargada de frutas. Al fondo, la escalera de madera conduce a la terraza de Jose Polo y Toño Pérez. Desde ella es fácil creerte el dueño del mundo...

--Este es el año en el que Cáceres ostenta el título de Capital Española de la Gastronomía. ¿Para qué ha servido?

--Para atraer a muchos más visitantes, ha sido la oportunidad que hemos tenido los cacereños. Nuestra ciudad ha aparecido en los medios de comunicación más prestigiosos del mundo.

--¿O sea que no es un invento de cuatro amigos?

--En absoluto. El alcalde de Vitoria, por ejemplo, nos decía que habían notado un aumento del 30% de turistas cuando ostentaron el título.

--¿Es decir, que ha supuesto beneficios económicos?

--No solo económicos sino también de promoción. El domingo estuvimos en Madrid y el maitre del Hotel Palace nos dio una sorpresa: nos enseñó una página en Yahoo que nos situaba entre las 10 mejores ciudades del mundo en el campo de la gastronomía, y eso es muy gratificante. Por tanto, la internacionalización de la marca Cáceres es lo que va a quedar de la capitalidad.

--¿Además ha costado poco dinero?

--Así es. Y los beneficios han sido muchos. Por ejemplo, el mes de julio es históricamente malo, malo, malo, sin embargo este año la facturación ha sido el doble que la del año pasado.

--¿Y qué tiene Cáceres que no tienen el resto de ciudades?

--Es como un bomboncito. Una ciudad que se hace para pasar dos o tres días, en la que todo está muy a mano. Tiene un casco histórico excepcional y la gente aquí es muy amable. Dispone de fundaciones interesantes, del Centro de Artes Visuales Helga de Alvear... Es cierto que la crisis se ha llevado muchas cosas por delante, también en el terreno de la gastronomía, pero parece que se empieza a ver una recuperación y que estamos en ese momento del volver a empezar.

--A veces los cacereños se quejan de que aquí no hay nada...

--A veces nos miramos demasiado el ombligo cuando en realidad no somos las más monas del baile, pero sí es verdad que en ocasiones ser un poco críticos nos ayuda a ser mejores.

--Ahora, hagamos la pregunta que siempre se les hace: ¿cómo empezó Atrio?

--Hace 29 años. Cuando íbamos de vacaciones, al final del día siempre íbamos a un restaurante. De modo que la palabra restaurante estaba relacionada con amigos, felicidad, placer... y todo lo que pasaba alrededor de la mesa nos parecía mágico. Entonces era cuando decíamos: tenemos

que montar un restaurante con diez mesitas.

--¿Y de las 10 mesitas pasaron a un relais&chateaux?

--El proyecto ahora es muchísimo más mágico. Al principio Atrio era un decorado, ahora no tiene nada que ver porque estamos en la parte antigua, en un lugar lleno de magia y de liz. El lunes había una mesa con unos americanos, en otra estaban unos israelitas, en otra unos neoyorquinos y al lado un canadiense que nos dijo: es la primera vez que la magia de un plato me hace llorar.

--¿Desde 1986 ha pasado el tiempo y, sin embargo, ustedes no han cambiado, continúan siendo los mismos de siempre?

--Hemos hecho un negocio y ese negocio es nuestra forma de vida. Hemos estado muchas veces en la cuerda floja, preguntándonos ¿seremos capaces de pasar esta línea tan fina a la que nos hemos subido? Y eso te hace tener los pies en el suelo, darte cuenta de que en la vida lo mismo estás arriba que abajo. El poder desnaturaliza a la gente pero nosotros siempre hablamos con el corazón, porque hay que decir la verdad, porque no pasa nada, porque a los negocios hay que mimarlos, porque de lo contrario se deterioran y detrás de nuestro negocio hay 52 personas trabajando y nuestro trabajo no es hacer comidas ni vender habitaciones sino hacer felices a la gente.

--Y ahora vayamos a los tópicos: en su mesa se ha sentado lo más granado...

--Esos tópicos están muy bien, lo que sale a la luz, lo que sale en el Hola , la visita del Rey, de la reina, de Pablo Coelho, de Luis Miguel... pero nosotros no vamos a entrar nunca en detalles porque para nosotros es tan importante una persona sencilla, la que ha hecho un gran esfuerzo por venir a nuestra casa, como otra que acumula los más grandes títulos nobiliarios. Evidentemente la promoción está muy bien, y la gente conocida que nos visita es muy importante para Atrio, pero siempre atendemos a todos por igual, porque nuestro objetivo es que todo el que venga viva en Atrio una experiencia única, como ese niño de 10 años al que el otro día le cambió el semblante porque cumplió el sueño de su vida, que era poder conocernos.