Cáceres tardó 17 años en proteger su parte antigua tras ser declarada Patrimonio de la Humanidad, y todavía no tiene restringido por completo el paso de los vehículos por el anillo que circunda la joya monumental. La mayoría de las ciudades españolas con este título ya cuentan con una larga experiencia peatonalizadora.

Uno de los grandes ejemplos es Salamanca, que tiene acotadas al tráfico las 84 hectáreas del casco histórico y está completamente poblado. También Compostela, que aprobó en 1988 la ordenanza reguladora del recinto histórico, por donde no circulan autobuses ni vehículos, pese a que allí viven nada menos que 18.000 personas (para ello se habilitaron aparcamientos periféricos).

A finales de los años 90, Avila también puso en marcha un sistema para restringir la entrada al recinto histórico. Alcalá de Henares peatonalizó en 2002 el entorno de 465 edificios protegidos, una zona que suma 80 hectáreas y afecta a 89 calles, con 6.456 vecinos y 2.667 coches. Desde 1999, Toledo ha avanzado a pasos agigantados para proteger su casco monumental, de 100 hectáreas, que tiene 10.000 residentes.