La cantidad asusta. Más de 3 millones de euros. Eso es lo que costaría dejar la capital cacereña libre de pintadas fruto del vandalismo, según indica a este periódico el arquitecto técnico del Consorcio Cáceres Ciudad Histórica, José Luis Sánchez de la Calle. El dato se da a conocer la semana en que ha vuelto a ponerse sobre la mesa la polémica de los grafitis, después de que durante la madrugada del pasado domingo al menos tres jóvenes atentaran contra espacios públicos y fachadas comerciales de las avenidas de España y Primo de Rivera.

El caso está en manos de la policía local, que ya tiene identificados a los autores y está «muy cerca de ellos», aseguró el portavoz del Gobierno, Rafael Mateos. «La investigación está abierta y no podemos dar más datos, pero estamos trabajando con el Consorcio, que dispone de un dossier en el que un perito calígrafo tiene detalladas el tipo de pintadas y la firma de las mismas».

Mateos, a preguntas de los periodistas, hizo un llamamiento a la concienciación y alertó de la imposición de multas económicas a los autores e incluso de la comisión de delito en el caso de pintadas que se realicen en el recinto intramuros y el casco histórico. El también responsable de Seguridad Ciudadana recordó que el Instituto Municipal de Juventud oferta espacios para los grafiteros legales y que son habituales las charlas de carácter informativo en centros escolares.

El asunto de las pintadas es absolutamente preocupante en el caso de Cáceres, una ciudad invadida de forma indiscriminada por los grafitis. El lamento de José Luis Sánchez de la Calle y las acertadas acciones del Consorcio no han sido, a la vista de la realidad, suficientes para acabar con esta oleada.

«El 16 de marzo se celebró una fiesta universitaria y aparecieron cuatro o cinco pintadas en la parte antigua, que rápidamente se eliminaron. Eso pasa de vez en cuando en Intramuros, pero en el resto de la ciudad es constante», indica De la Calle, que añade: «Vas a Cádiz o a Ávila y no encuentras ninguna pintada, pero en Cáceres han crecido de tres décadas para acá, y todo amparado en la dejadez y en la desidia».

El aumento de los grafitis es, sin duda, alarmante. Hace no mucho tiempo, en 40 vías urbanas de la parte antigua se contabilizaron más de 400 pintadas. Limpiarlas le costó a los contribuyentes cacereños 40.000 euros. «Es una burrada», sostiene el arquitecto técnico.

Hace año y pico el ayuntamiento invirtió más de 9.000 euros solo en limpiar Pintores y Moret, pero los grafiteros ilegales han vuelto a actuar sin escrúpulos.

Lo que está ocurriendo en Cáceres es una plaga de vandalismo que no tiene parangón. Los autores, consciente o inconscientemente, «destrozan gravemente la economía de la ciudad». Basta para demostrarlo con echar un vistazo a estudios psicológicos que avalan el rechazo de los consumidores a zonas comerciales con pintadas. «Se convierten en una forma subliminal de alentar la inseguridad», dice De la Calle. Y Cáceres es, precisamente, una ciudad donde el turismo es su principal fuente de ingresos. «Las pinturas hacen perder dinero». Hay que frenarlas.