Mateo Duque Ramos fue fusilado el 5 de enero de 1938. Dejó viuda y cuatro hijos. «Era mi abuelo y no pertenecía a ningún partido, no se identificaba con ninguna ideología, pero tenía una profesión muy delicada por aquellas fechas, se dedicaba a cargar los barrenos en las canteras de cal y esa especialidad no la hacía todo el mundo», narra su nieto Mateo Duque desde Barcelona, donde una parte de la familia prosperó a partir de los años 60, si bien guardan una estrecha vinculación y mantienen varios allegados en Aldea Moret.

Mateo ha intentado conocer la historia de su abuelo. De las investigaciones se deduce que pudieron relacionarlo de algún modo con un supuesto golpe que el guerrillero Máximo Calvo estaría preparando en Cáceres, simplemente porque Mateo conocía el uso de la dinamita, e incluso porque, sin ninguna relación, pudieron incluir deliberadamente a quienes sabían de estas prácticas tan «peligrosas» en la época. Tampoco se descartan las venganzas. De hecho, Mateo había tenido un desencuentro con un guarda de una finca cuando pretendía coger algo de leña para hacer picón.

Sea como fuere, lo arrestaron a finales de 1937. Su hijo supo con 14 años dónde estaba el cuerpo, porque, como huérfano, lo llevaron a limpiar hierbas en el cementerio y un desalmado le indicó con saña que allí debajo estaba su padre. Hoy no le faltan claveles.