Mientras intentaba ponerle el collar a su perra Kira en el interior de la nave que posee en Charca Musia, se le escapó. Salió corriendo hacia la calle y al doblar la esquina se cruzó con un joven que le dio una patada. El animal terminó falleciendo.

Los hechos, que han sido juzgados por el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción Número 3, ocurrieron el pasado mes de febrero. El acusado, de 32 años, se encontraba en ese momento con otros dos perros y alegó en su defensa que el animal había ido hacia él en actitud violenta. Sin embargo un testigo de los hechos negó este extremo, asegurando que la perra se dirigió al acusado en actitud cariñosa, para saludarle.

Pasados unos minutos llegó el propietario del animal, que se encontró a Kira tendida en el suelo, agonizando. Se la llevó directamente a una clínica veterinaria, donde certificaron su muerte. La necropsia confirmó que la patada le había provocado la rotura de la vena cava del corazón, lo que le ocasionó una parada cardiorrespiratoria. El informe de la autopsia confirma además que la perra no se encontraba en actitud violenta en el momento en que ocurrieron los hechos porque, de haber sido así, sus músculos habrían estado tensos y el daño que le habría provocado la patada hubieran sido menores. Su musculatura, por el contrario, estaba en ese momento en un estado relajado.

La acusación particular, ejercida por el abogado cacereño Juan José Jiménez Bustamante, solicitaba para él 18 meses de prisión, cuatro años de inhabilitación especial para el trabajo o el contacto con animales, además de una indemnización por los daños morales causados. La Fiscalía solicitaba seis meses de prisión y dos de inhabilitación especial.

Finalmente el acusado reconoció los hechos y acordó con la Fiscalía y la acusación particular la condena de cuatro meses de cárcel y un año y cuatro meses de inhabilitación. Como responsabilidad civil deberá pagar al propietario del animal 2.863 euros, que incluye los gastos de la necropsia y los daños morales.