Esta cárcel es historia y por eso debe estar protegida. Es, cuando menos fascinante, lo que encierran los muros del hoy abandonado edificio de la avenida Héroes de Baler, que en tiempos fue llamada Cáceres 1 pero que en la ciudad todos conocen como cárcel vieja. Ayer, la Asociación Memorial en el Cementerio de Cáceres (Amececa) habló de este asunto y solicitó a la Junta de Extremadura que la antigua Prisión Provincial de Cáceres sea declarada Bien de Interés Cultural.

José Hinojosa, vicepresidente de este colectivo, recordó que el penal fue construido gracias al empeño de Antonio Canales González, entonces alcalde de la ciudad y diputado a Cortes por la provincia de Cáceres, durante la Segunda República. El edificio empezó a levantarse en febrero de 1934 sobre unos terrenos comprados por el ayuntamiento a Carlos Iglesias Caldito, por 4.500 pesetas. Seguidamente se recaudaron fondos entre los municipios de la provincia para hacer posible la construcción de la que sería primera prisión provincial. El proyecto fue redactado por el arquitecto del Ministerio de la Gobernación José Luis Aranguren Bourgon conforme a las líneas marcadas por Dorado Montero o Concepción Arenal, que defendían «la corrección y humanización de las penas», cuyos pasos concretó y plasmó Victoria Kent.

Fue además un hito en la época por el avance social que suponía sacar a los presos y presas de la miseria y el hacinamiento en el que se encontraban en la antigua prsión de la Audiencia. Paradójicamente, en el momento de su inauguración la cárcel lejos de cumplir ese encomiable objetivo se convirtió en un penal para presos políticos, que esperaban en sus celdas el momento de ser fusilados en el campo de tiro de las proximidades (tal como le ocurrió al propio alcalde Canales). «Sin duda se trata de un edificio con un enorme significado histórico, es un sitio histórico, que sobrepasa los límites de la ciudad porque albergó presos y presas de todo el país», explica Hinojosa.

La cárcel es por tanto historia, y de hecho está protegida; así consta en el Plan General Municipal de Urbanismo. Desde el traslado de presos en el año 2000 a la cárcel nueva, «su deterioro, desmantelamiento y decrepitud avanza a pasos agigantados, cristales y ventanas rotas, pintadas, maleza en los patios, canalones inservibles, etcétera, es la pésima imagen exterior del edificio. Se supone que el estado del interior no será muy diferente», añade Hinojosa. Actualmente el edificio depende del Ayuntamiento de Cáceres tras ser transferido desde el Ministerio de Interior, la intención del consistorio ha sido siempre la de rehabilitarlo, pero sigue cerrado y a la espera.