Miembro de la Asociación de Mujeres Juezas, presidenta de la Asociación contra Violencias Machistas Gafas Lilas y Fiscal especializada en Violencia de Género, la cacereña Inés Herrero (1974), actualmente fiscal del Juzgado número 2 de Las Palmas, ejerce una lucha constante por la igualdad real. Sabe que aún es difícil, pero sabe que hay que hacer camino. Y ella no para de avanzar cada día.

--¿Qué pensó el día que su hija Sina, de 8 años, y su compañera Carmenchu, de 9 años, decidieron ir al colegio con el pantalón y no con la falda del uniforme?

--La verdad es que mi hija me lo expuso de una forma razonable. Me dijo que si de verdad las niñas y los niños son iguales, ellas podían llevar pantalones. Le comenté que sería mejor avisar al colegio pero me contestó que no, porque entonces sería lo mismo que hacían las abuelas al pedir permiso a los abuelos para salir, y que cuando se tiene derecho no hay que pedir permiso. Su padre y yo nos preocupamos, le anticipamos lo que podía pasar, pero aun así quisieron hacerlo. Tenían razón. Ese día la dejé en el colegio y me quedé llena de nervios, me fui inquieta al trabajo. Y eso es lo tremendo, que en el año 2017 una familia esté preocupada porque una hija quiera ponerse pantalón.

--¿Cómo se lo tomó el centro? ¿Y los compañeros?

--Imagino que, en el primer momento, al centro no le pareció lo más adecuado, pero tras las explicaciones que les dimos sobre el derecho a la igualdad nos dijeron que teníamos razón. A Sina sí le costó mucho convencer a sus compañeros, pensaban que se estaba saltando las normas, y ella les explicaba que era el colegio el que se saltaba las normas al obligar a las niñas a llevar falda. A veces las siguen señalando a las dos porque no dejan de ser distintas. Algunas alumnas se han sumado al pantalón, pero no muchas. Estas niñas pusieron en la agenda social una discriminación que habíamos normalizado.

--Y comenzó la lucha de la asociación que usted preside, Gafas Lilas contras las Violencias Machistas, para extender un manifiesto a favor del uniforme único. Y ha tenido mucha repercusión, incluso se ha presentado una proposición no de ley en el Congreso...

--Los adultos tomamos el testigo para que el resto de las niñas supieran que tienen este derecho Desde la asociación hemos realizado una campaña y es cierto que los medios de comunicación la han seguido con mucho interés. Nos han llegado numerosas comunicaciones, desde colegios que decidieron poner uniforme unisex hasta otros que permitieron a las alumnas ir en pantalón, o madres de niñas que ya se han sumado a esta iniciativa y otras que no lo han conseguido todavía.

--Su asociación pretende llegar al origen de la discriminación y combatirla para lograr una auténtica igualdad… ¿Cree que será posible en un plazo razonable?

--Nada que no sea conseguir la igualdad real ahora mismo me parece un plazo razonable. En cualquier caso, no creo que se logre pronto, el plazo dependerá del empuje del movimiento de las mujeres reclamando sus derechos, y es fuerte, imparable, tiene un músculo importante, cada vez hay más mujeres concienciadas de que se deben respetar sus derechos. Pero también es cierto que la ‘contra’ es cada vez peor, que hay muchos hombres organizados en asociaciones que intentan llevar a las mujeres a las cocinas y a los cuidados familiares, que tratan de incidir en esos estereotipos de que las mujeres somos malísimas, manipuladoras y perversas. Además tenemos unos medios de comunicación, al igual que las redes sociales, que nos presentan modelos que no tienen nada que ver con las mujeres reales, sujetos de derecho en la misma condición que los hombres.

--Ciertamente, la imagen de la mujer en muchos programas alimenta ese viejo patriarcado: la ‘guapa’, el ‘machito protector’…

--En nuestra asociación entendemos que es una torpeza absoluta que los medios de comunicación no se percaten de que están siendo superados por una sociedad que no demanda esos contenidos. Las plataformas de streaming de cine y series sí se han dado cuenta de que el 60% de las espectadoras somos mujeres y que no vemos, salvo ocasionalmente, ninguna serie ni película donde salgamos estereotipada, sino aquéllas en las que aparecemos tratadas con absoluto respeto, como sujetos reales y como ciudadanía de primera. No existe en ninguna de las cadenas generalistas ni un solo programa destinado al empoderamiento de la mujer con visión de género, se están quedando atrás.

--Cuando usted ve la violencia de género en los rostros de las mujeres que acuden a los juzgados… ¿Qué piensa? ¿Por qué tantas víctimas? ¿En qué falla la sociedad?

--Cuando los problemas llegan a la Justicia, ya se ha producido un fracaso, otra cosa es que la Justicia deba dar una respuesta. En cualquier caso, la Justicia falla porque la sociedad falla, es un reflejo de ella, en primer lugar porque en este país a nadie le interesa en exceso el tema del maltrato, lo revelan las estadísticas del CIS. Además, en los juzgados no se puede trabajar bien cuando por ejemplo no hay Equipos de Unidad de Valoración Forense para determinar el riesgo que supone para la mujer o para sus hijos que el maltratador esté en libertad, pese a que hace trece años que estos equipos deberían funcionar por ley. En muchos juzgados tampoco existe una visión de género, incluso en los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado se sigue mirando muchas veces con los ojos estereotipados de ese machismo con el que hemos nacido y que forma parte de nuestra lógica. Para deconstruir ese machismo se necesitaría mucho trabajo al menos en el ámbito jurídico, y ni siquiera se da la formación adecuada.

--¿Qué hay del Pacto de Estado contra la Violencia de Género?

--No ha supuesto ninguna mejoría ni ningún avance considerable. De hecho, desde nuestra asociación Gafas Lilas contras las Violencias Machistas, consideramos que solo ha servido para frenar un movimiento feminista muy empoderado, con mucha visibilidad en las calles. Además, incluye propuestas que ya están recogidas en las leyes, y lo primero que debemos exigir es el cumplimiento de las leyes que ya tenemos.

--Luego está la discriminación laboral… y la doméstica. La mujer siempre trabajando y siempre con menor reconocimiento ¿Comienzan a mejorar estos datos?

--Lo que revelan los datos es una tasa de paro femenina que va creciendo exponencialmente. En segundo lugar, los trabajos más precarizados los desarrollan las mujeres. En tercero, el 70% de los empleos a tiempo parcial los realizan también las mujeres. Por tanto, peores trabajos, menos retribuciones y mayor emprobrecimiento futuro de cara a las pensiones. Estos datos se pueden contrastar. Otros no, pero saltan a la vista: mujeres completamente empobrecidas en cuanto al tiempo, que cuando salen del trabajo deben ocuparse de numerosas tareas de la casa y la familia, con jornadas maratonianas, porque los hombres no se incorporan con igualdad a esas tareas.

--Quizás las mujeres tenemos en nuestras manos educar a los hombres del futuro...

--Me preocupa mucho la educación de mi hijo, sin ir más lejos. No en casa, porque tiene un padre que dejó de trabajar para cuidarle y que se encarga del 50% de las tareas domésticas, pero sí me inquietan los estímulos que recibe de fuera. Tenemos que reconstruir la educación que han recibido nuestros padres, maridos e hijos, absolutamente viciada, que ha colocado a los hombres en el centro, que destina a las mujeres a la cosificación o la satisfacción sexual de los hombres, y comenzar a ofrecerles otros valores dónde no provoque risa levantar la falda a las niñas (sino la misma humillación que bajar los pantalones a un niño), donde los niños no se eduquen en la sexualidad a través de la abundante pornografía de las redes e internet (luego ocurren casos como el de la ‘Manada’), en definitiva, donde la mujer no vuelva a quedar fuera del contrato social, de la condición de ciudadanas.