El uso de las tierras comunes de Rincón de Ballesteros ha creado una evidente separación entre los vecinos, un ambiente crispado en la pequeña pedanía cacereña que podría enconarse este fin de semana. La celebración de una montería prevista para hoy ha avivado aún más los enfrentamientos, que llevan a maltraer al pueblo en los últimos años. La mitad de los vecinos ha dado su firma a un club local de cazadores que suma el 51% para desarrollar actividades cinegéticas. El resto entiende que se trata de un terreno cuyo provecho debe ser general. La discordia está servida entre los 120 habitantes censados, aunque muchos de los primeros colonos y sus descendientes mantienen allí su segunda residencia.

El problema estriba en que no se trata de unas decenas de hectáreas, ni de cientos, sino de 2.962 en total, que forman una dehesa privilegiada por su bosque mediterráneo (encinas. alconoques, monte bajo...) y por su riqueza en caza mayor (venados, jabalíes...), en las estribaciones de la Sierra de San Pedro. Todo ello propiedad de los primeros colonos en pro indiviso, es decir, todos con el mismo derecho. Así se estableció cuando Rincón de Ballesteros fue fundado hacia 1952 como pueblo de colonización para los numerosos braceros y yunteros del entorno, sobre un latifundio adquirido por el Instituto Nacional de Colonización a los herederos del Marqués de Castroserna.

Los espacios de uso común fueron repartidos entre un centenar de colonos de Alcuéscar, Cordobilla de Lácara, Carmonita, Valdefuentes, Albalá y Casas de Don Antonio. Desde entonces la zona de caza fue gestionada por la asociación de colonos creada en su día por el Estado. Con los años, los titulares iniciales fueron dejando lugar a nuevas generaciones, a nuevos propietarios.

EL EMBROLLO / Surgió entonces un colectivo de vecinos que consiguió que un buen número de habitantes les diera su firma para cederles la gestión de esa caza. Según explica el abogado Carlos Arjona, utilizaron prácticamente el único modo de poder tomar decisiones sobre los terrenos comunales: aplicar el régimen de mayoría que contempla el Código Civil en su artículo 398, de modo que esas firmas equivaldrían a contratos de arrendamiento. Así sumaron el 51% de las rúbricas del pueblo, correspondientes a participaciones sobre los terrenos comunales, y fundaron el Club Deportivo Local de Cazadores, entidad que se convirtió en titular del coto hace unos quince años. En estos casos, el que tiene la mayoría gestiona todo el espacio, no solo su porcentaje.

Sin embargo, algunos vecinos critican que desde 2010 se dejaron de rendir cuentas al resto del pueblo. También sostienen que supuestamente comenzaron a entrar en el club y a cazar en estas tierras personas ajenas a Rincón de Ballesteros, poniendo en tela de juicio la actividad sin ánimo de lucro que legalmente debe cumplir dicho coto. Por ello, la Asociación Sociedad Local de Propietarios Virgen de Guadalupe (la que integró desde el inicio a los colonos) interpuso impugnaciones ante la Junta de Extremadura al entender que la gestión les corresponde, al haberse encargado siempre del uso común de las tierras (saca del corcho, usos apícolas, pastoreo...). Así lo indica el abogado Carlos Arjona, que defiende a este colectivo.

Hasta que se resolvieran el proceso, la actividad cinegética quedó paralizada en 2014. Sin embargo, pasados tres años se ha agotado la vía administrativa (solo cabría la impugnación judicial que de momento no se ha decidido) y ha quedado levantada la suspensión. Llegado este punto, la Administración ha vuelto a permitir la caza con dos monterías ya autorizadas. La primera, hoy; la segunda, el 17 de febrero.

El pueblo está dividido y el ambiente de cara a la primera montería es tal que se ha dado aviso a la Guardia Civil a fin de que esté presente. Incluso la Subdelegación del Gobierno en Cáceres ha mediado entre las partes para aliviar tensiones. Pero parece complicado. Algunos propietarios se negarán esta mañana a sacar su ganado (caballos, ovejas...) de la zona de caza porque entienden que están en su derecho de no someterse a la actividad que otros decidan sobre sus tierras. Esperan que los agentes comprueben si efectivamente llega gente de otros lugares y si se han vendido puestos a raíz de algunos anuncios y comentarios en el pueblo, un extremo que no se ha demostrado pero que tiene muy crispada a una de las partes.

A todo ello se une que la montería de hoy ha levantado altas expectativas, por la cantidad de presas que se esperan después de tres años sin explotación cinegética. La tensión es tal que la propia Asociación Sociedad Local de Propietarios Virgen de Guadalupe ha dado aviso a la Comandancia de la Guardia Civil y a la Junta de Extremadura «a modo de previsión», subraya Arjona.

¿Y qué solución cabe esperar de cara al futuro? Por el momento, según explica el letrado, los contratos se van renovando anualmente y hay dos parte muy diferenciadas. Rincón tendrá que encontrar la forma de compartir las tierras que le son propias.