En el año que casi acaba de terminar se ha cumplido el 80 aniversario del fallecimiento del filántropo Fernando Valhondo y del alcalde socialista Antonio Canales. El primero, de muerte natural, en el Hotel Inglés de Madrid, en primavera. El segundo, fusilado en los patios del Cuartel Infanta Isabel, de Cáceres, junto con otras 33 personas. Era la tarde de Navidad de 1937.

Desde algunos años atrás, Canales y Valhondo mantenían una relación de amistad, como se muestra en una carta que aparece insertada textualmente en el acta del Ayuntamiento de Cáceres del día 12 de agosto de 1931.

Por aquellos años se estaba planificando una nueva calle, que se designaba provisionalmente en los planos como calle de Cánovas al Rodeo, en la que se había proyectado construir un edificio nuevo que albergara la Escuela Normal de Magisterio, ya que la institución carecía de un edificio adecuado a su función.

Para trazar esta nueva calle, que fue bautizada como Avenida de Mayo, el ayuntamiento presidido por Canales tuvo que expropiar terrenos privados. Es en ese contexto en el que Fernando Valhondo escribió la carta a que me he referido antes y que encabezaba con un ‘Mi querido amigo’.

En el escrito respondía al que le enviara previamente Canales, en el que le comunicaba que para construir la Escuela era preciso ocupar terrenos de su propiedad. Valhondo respondió en los siguientes términos a la petición: «Por tratarse de obra que supone beneficio para la ciudad y por ser Vd. quien lo solicita, desde luego me allano a su petición y hago cesión gratuita de los metros de mi parcela que me dice son precisos como solar de la futura Escuela Normal. Deseando que la veamos pronto levantada y que su nombre quede asociado permanentemente a esta mejora de la ciudad de Cáceres, queda suyo affmo. amigo que le saluda y estrecha su mano. Fernando Valhondo».

El edificio escolar previsto, construido entre los años 1932 y 1935, no fue destinado a su fin educativo hasta unos años después de la guerra civil, ya que se utilizó como hospital de heridos de guerra. El centro, a partir de entonces, ha ido recibiendo diversos nombres: Escuelas Normales, Escuela Normal de Magisterio y Escuela de Magisterio, hasta transformarse en la actual Facultad de Formación del Profesorado en el año 1999, momento en que fue trasladado al campus universitario, a las afueras de la ciudad. La Escuela Normal se había inaugurado en septiembre de 1842, un centro exclusivamente masculino, y tuvo diferentes emplazamientos, siempre precarios, como el Colegio de Jesuitas o un edificio de la calle Amargura, perteneciente a la diputación, hasta instalarse finalmente en el edificio que nos ocupa. La Escuela Normal de Maestras no comenzaría hasta catorce años después de crearse la de maestros, y se ubicó en la calle Tiendas.

Actualmente, en el edificio construido en aquellos terrenos que Fernando Valhondo cedió gratuitamente al ayuntamiento, solo y exclusivamente por su finalidad educativa y porque era Antonio Canales quien lo solicitaba, hoy se encuentra el Instituto de Lenguas Modernas de la Universidad de Extremadura. Hay que destacar que este edificio carece, como ha carecido siempre, de la mención a Canales que el benefactor Valhondo puso como condición cuando cedió sus terrenos.

Fernando Valhondo donó los terrenos porque sabía que la gestión del municipio estaba en manos de un hombre comprometido con la modernización de la ciudad, con el empleo obrero, con la educación y la sanidad y con la mejora de la vida de las clases más desfavorecidas. Por eso donó Valhondo los terrenos y quiso que la ciudadanía supiera, por siempre, que todo ello era debido al buen hacer de Canales. Probablemente, si Fernando Valhondo hubiera sobrevivido a Antonio Canales se habría encargado personalmente de que su propuesta se llevara a cabo.

Lamentablemente no pudo ser así, y esa es la razón por la que escribo estas líneas, para compartir una petición que considero de justicia, con el fin de saldar una deuda con la historia: que los nombres de Antonio Canales y Fernando Valhondo figuren en algún lugar visible del edificio que ahora alberga La Escuela de Lenguas Modernas, acompañados de un texto explicativo del porqué de ese homenaje póstumo que debe perdurar. Petición que hicimos llegar en 2017 a la Universidad de Extremadura y a la Fundación Valhondo, coincidiendo con el 175 aniversario de la creación de la Escuela Normal de Cáceres, y de la que, sin duda, algún día tendremos una respuesta satisfactoria.

Por otra parte, en el reglamento de honores y distinciones de la ciudad se recomienda dar el nombre de las personas ‘que sean dignas de ello a plazas, avenidas, calles, edificios, parques y paseos de Cáceres, así como colocar placas conmemorativas’. El ayuntamiento debería aceptar la sugerencia que formulo desde estas páginas, aprovechando, además, que quiere actualizar el reglamento de honores y distinciones, según noticia aparecida el pasado 26 de febrero en la prensa.