En su primera edición, que se emitió entre 1993 y 1994, ‘El gran juego de la oca’ estuvo dirigido por Emilio Aragón, quien además lo presentaba junto a Lydia Bosch y Patricia Pérez. Estaba basado en el funcionamiento del tradicional juego de ‘La Oca’ en el que hay un tablero de 63 casillas y cuatro concursantes que tenían como fin llegar a la última de ellas antes que los demás. Los cuatro concursantes se diferenciaban a través de la vestimenta en cuatro colores: verde, amarillo, azul y rojo; y se ayudaban de uno o dos dados para poder avanzar en el juego. Sin embargo, no era tarea sencilla llegar al final del tablero, ya que en el transcurso de la partida los concursantes podían verse obligados a retroceder. Pero Salvador Noreña Valderde (Sevilla, 1975) lo consiguió cuando era un estudiante en el instituto. Ganó 500.000 pesetas y la posibilidad de llevarse un coche en la ‘reoca’.

Corría 1994 y el programa ponía a prueba a los concursantes en diferentes ciudades de España para conseguir aquella reoca. Ese 24 de abril le tocó a Cáceres, de manera que Salva se desplazó a la capital cacereña con el equipo de la cadena. Para tener el Volvo tenía que atravesar Cánovas y llegar hasta la plaza de San Mateo, más de 3 kilómetros de distancia; pero debía hacerlo sin pisar el suelo, es decir, en volandas.

Salva llegó a Cáceres por la mañana, estuvo comiendo en Atrio con todo el equipo y de vuelta al hotel, el antiguo Meliá, le dijo a la productora: «Aquí no va a venir nadie».

Se equivocaba. Cuando llegó a Cánovas para iniciar la prueba «estaba todo tan colapsado que hasta al coche que nos seguía por si se producían incidencias se le quemó el embrague porque apenas podía avanzar».

Coincidió aquella prueba con la estancia de la Virgen de la Montaña en Santa María. «En Cáceres no cabía un alfiler. Acabé subiendo a la Torre de las Cigüeñas, saludando, agradeciéndole a todo Cáceres su ayuda y tuve una gran ovación».

En su visita a la ciudad conoció a Gema Pavón, una cacereña con la que aún mantiene buena amistad. 24 años después, Salva ha vuelto a Cáceres, ha comido con su pareja y con la de Gema en el bar Salas y han celebrado ese día en el que este sevillano que hoy trabaja como transportista de Mercadona se llevó el Volvo de gama media alta de color blanco que, por cierto, vendió tres años después.