«¿Entrará en vigor la Ley de Memoria Histórica de Extremadura?». La pregunta la lanzó ayer María Jesús Criado, presidenta de la Asociación Memorial en el Cementerio de Cáceres (Amececa) para cerrar su intervención con motivo del homenaje organizado un año más por la Agrupación Socialista de Cáceres en el camposanto de la ciudad. Allí se erige desde 2014 un monumento a las cerca de 600 personas fusiladas durante el franquismo junto a la tapia del cementerio y enterradas después en una fosa común sobre la que varios paneles recuerdan ahora los nombres y apellidos de los cuerpos que durante años yacieron apilados de forma desordenada bajo esa misma tierra.

El acto sirvió para poner en valor algunos de los hitos del último año, entre ellos la recién aprobada la Ley de Memoria Histórica de Extremadura (el pasado mes de diciembre) y los trabajos de exhumación en la Mina Terría (Valencia de Alcántara) pero también para agitar la sombra de las consecuencias de la irrupción de Vox en el escenario político tras las elecciones andaluzas.

Como cada año, en el acto se escuchó la voz de uno de los familiares de los represaliados por el franquismo. En esta ocasión fue Eugenio Cantero, quien recordó a varios parientes que fueron fusilados «porque sabían manejar explosivos puesto que los usaban en la mina (trabajaban en las minas de Aldea Moret) y los consideraban por ello peligrosos», explicó emocionado.

El acto reunió a medio centenar de personas, entre ellos representantes del gobierno regional, diputados y los concejales del grupo municipal socialista, Belén Fernández, que es además la secretaria del PSOE cacereño, animó en su intervención a «trabajar por una sociedad más digna».

Navidad sangrienta

El homenaje recuerda a todos los represaliados del franquismo en la provincia de Cáceres, pero de forma especial (siempre se celebra en diciembre o enero) a los más de cien que fueron fusilados durante la Navidad 1937, entre los que estaban el alcalde cacereño Antonio Canales o el presidente de la diputación Ramón González Cid, ambos, en la que se considera la jornada de Navidad más sangrienta de la ciudad. «Todos pasaron por la cárcel de Cáceres (la Caceres I, muy cerca del cementerio) que fue ordenada construir precisamente por Antonio Canales, como una cárcel moderna, y pasó a ser uno de sus primeros inquilinos», recordó ayer el historiador Fernando Ayala. «Salían de la cárcel y los traían para fusilarlos al cementerio. Pero desde la cárcel se escuchaba todo, con lo cual la sensación de pánico era terrible», añadió Ayala.

Además Amececa criticó en el acto al Ayuntamiento de Cáceres por la «falta de mantenimiento» del espacio en el que se erige el memorial y también por los símbolos del franquismo que aún existen en la ciudad, entre los que destacaron los de la concatedral de Santa María o el edificio de los sindicatos, y la Cruz de los Caídos. «Queremos que se quite la Cruz de los Caídos y debemos ser más firmes en nuestra reivindicación», apeló Criado.