Agustín Fernández llegó acompañado de su hija, Josefa Fernández. Venían desde Almoharín y les había traído su nieto e hijo de esta última. Estaban citados a las 9.40 horas en la consulta de anesetesia, aunque a las 11.00 horas aún aguardaban en la sala de espera. «De momento eso no ha cambiado, las consultas van con retraso», decía Josefa en modo irónico. A pesar de ello reconoce que las instalaciones le sorprendieron. «Lo poco que hemos visto está muy bien, el edificio es muy bonito, sobre todo si lo comparamos con lo que tenemos», comentó.