Aunque algunos ya seamos entraditos en años para que se nos mande de nuevo a las aulas a aprender a comportarnos; no estaría mal que a los nuevos líderes políticos que aspiran hoy a ocupar los cargos y responsabilidades del Gobierno de la Nación les impartieran algunas lecciones de ‘Pedagogía Social’; o de ‘formación ciudadana’, o de ‘educación para la convivencia’ o como quiera llamársele; encaminada a mejorar nuestras bases de tolerancia, respeto, acogida y reconocimiento de unos con los otros, para seguir felizmente navegando juntos en esta gran nave, construida e impulsada por muchos pueblos y gentes durante muchos siglos, a la que hoy llamamos España. Nave construida entre todos con el esfuerzo de la colaboración y del entendimiento, como sentimientos propios del verdadero ‘patriotismo’ y de la auténtica democracia.

Los que ya contamos muchas ‘primaveras’, ya tuvimos que sobrellevar a lo largo de nuestros estudios --desde los cursos de ‘primaria’ hasta la misma Universidad-- aquellos ‘refritos’ intelectuales de fascismo, ultra catolicismo y exaltación ‘patriotera’, inventados por José María Pemán y Pedro Sáinz Rodríguez --nada más acabar la Guerra Civil-- que se llamaron ‘Formación Política’ o ‘Formación del Espíritu Nacional’, destinados a ‘desactivar’ en los cerebros infantiles y juveniles las huellas de ilustración cívica que se habían sembrado y abonado en los centros educativos de la República. En aquellas ‘Cátedras Ambulantes’ que recorrían los pueblos con excelentes maestros, o en las aulas universitarias, en las que impartieron enseñanza las mentes más preclaras y honestas que ha habido en nuestra Patria: Unamuno, Ortega y Gasset, Sánchez Albornoz, Asín Palacios, y todos los que salieron y enseñaron en la Institución Libre de Enseñanza.

La Dictadura arrasó con todo lo que fuera cultura, ciencia y pedagogía. Y todas ellas: cultura, pedagogía y ciencia tuvieron que emigrar de su propio país para encontrar espacios didácticos y políticos más abiertos y ventilados.

Solo en 1953 --a punto de ser de nuevo admitida España en el contexto internacional-- una corriente ‘demócrata-cristiana’, nacida en El Vaticano, e introducida en la España ‘filofascista’ por un ministro del nuevo Gobierno del General Franco, llamado Joaquín Ruiz Jiménez, que intentó borrar los viejos ‘estigmas’ del derrotado ‘nazismo’ y reformar todo el sistema educativo, encargando a un conjunto de profesores de la Universidad y de la Escuela, nuevos textos de ‘Formación Política’ para tratar de inculcar a los alumnos valores éticos y sociales que hicieran a los nuevos españoles aptos para la convivencia, para el trabajo solidario y para avanzar en el progreso y en las libertades democráticas.

Recuerdo con cierta nostalgia aquellos textos para la reflexión y el estudio: las poéticas narraciones de José María Sánchez Silva --el que había creado al entrañable ‘Marcelino Pan y Vino’-- que introducía los escolares en las aventuras de ‘Luiso’, un grumete que intentaba destapar inquietudes marineras en los muchachos de aquella España seca y atrasada.

El titulado ‘Vela y Ancla’ de Eugenio de Bustos; la ‘Convivencia Humana’ de Eugenio Frutos; ‘Política Económica’ de Fuentes Quintana y Velarde Fuentes; con otros varios --ya borrosos en mi vieja memoria-- con los que se soterraban los impulsos ‘nacionalistas’, ‘racistas’ y conservadores de La Falange y La Milicia; para abonar otros más abiertos, cooperativos y ‘digeribles’ dentro de la naciente Europa de la Paz Universal y del Mercado Común.

No creo equivocarme mucho cuando pienso que las generaciones de jóvenes estudiantes que leímos y nos empapamos de aquellas doctrinas abiertas y solidarias, fuimos los mismos que, veinte años más tarde --después de la muerte del Dictador--remamos hacia las playas de la democracia, con el entusiasmo de los marineros que descubren un mundo hasta entonces prohibido. ¡Aunque entonces --como ahora-- encontramos muchos arrecifes en el rumbo hacia la libertad!