Adela Piñero y Luis Ramón son una familia cacereña con seis hijos. «Si el día que me casé me dicen que voy a tener tantos niños, me levanto la cola del vestido y salgo corriendo (risas), pero luego llegan uno a uno, es más sencillo y llevadero de lo que puede pensarse, va surgiendo y estamos muy contentos con la vida que llevamos», confiesa Adela.

Esta madre de 43 años desmitifica muchos de los tópicos que acompañan a las familias numerosas. «Hay una gran verdad: los niños no suponen tanto trabajo, todo se hace natural. Lo importante es implicarse en su educación, darles cariño y que se sientan queridos, no se trata de una tarea terrible, ni mucho menos».

Porque Adela sostiene que «no hacen falta tantas cosas como nos pueda parecer, ni en lo material ni en lo asistencial, es bastante más sencillo que todo eso». «Si antes las familias tenían muchos hijos con tan pocos recursos, en realidad ahora es todo mucho más fácil. Yo no he lavado pañales, en cualquier vivienda hay lavavajilla, lavadora...», recuerda.

Su hija mayor ya tiene 19 años y estudia Ingeniería de Diseño en Sevilla. Le siguen sus hermanos de 17, 15, 12, 11 y 6 años. ¿Exigen más atención de pequeños o de adolescentes? «Son trabajos distintos. En los primeros años se necesita más esfuerzo físico, comienza la educación, se aprenden las normas de la convivencia... En la adolescencia ellos tienen que irse encontrando y pasan su lucha. Es una labor más de acompañamiento, de estar ahí, de entrega...», afirma.

Adela trabaja como profesora de instituto, «pero tengo buen horario». Su marido lo hace como autónomo y necesita dedicar más horas. «Nuestra vida es como la del resto, bastante sencilla, de verdad: nos levantamos, llevamos a los niños al colegio, venimos, comemos... No puedo decir que sea una vida tremenda, al contrario, es bastante normal, los hijos son parte de la familia, ellos ayudan, se trata de una entrega mutua, no hay nada supercomplicado».

De hecho, Adela ve más fácil cocinar para muchos que para pocos: «la olla y el horno son una gran solución». Además comen bastante sano «porque todas las comidas son caseras, naturales, nada de ultraprocesados».

La familia es fundamental en su vida: «te hace feliz porque te permite salir de ti misma, dejar de mirarte el ombligo cada día». Por ello considera que debía estar más valorada, ayudada e incentivada «no solo en el sentido económico (que también, porque pierdes la capacidad de ahorro), sino además social y políticamente, debido al serio problema demográfico que tenemos en España. No puedo comprender que exista tanta diferencia con las políticas de otros países».

En realidad, Adela intuye que la familia no se valora «porque no se puede cuantificar su beneficio en el momento». Por eso entiende a la gente que no tiene los hijos que desea: «muchas veces se ven solos, sin apoyo». Considera que los políticos «tienen que dar el do de pecho» para acercar la vida laboral y familiar. «Ahora mismo la conciliación no existe en este país, la haces tú misma a base de renuncias, a base de elecciones, y la meta es que no haya que elegir», rubrica.