Esta generación está siempre conectada/comunicada. El ordenador, el teléfono móvil, los videojuegos, la televisión, forman parte de su cotidianidad, los usan para buscar información, mirar su correo, intercambiar fotos o videos, en el tiempo de ocio y para relacionarse con otras personas.

Los niños se inician en las nuevas tecnologías de la información y comunicación a edades precoces, cuando no han interiorizado algo más que conceptos o anhelos como el respeto a uno mismo, o a los demás, la importancia de la privacidad, la propiedad intelectual, la información que le es tóxica, aquellos datos que no deben ser revelados. Pasan demasiado tiempo enganchados a internet, sobre todo a las redes sociales como Facebook, Twitter, Instagram. En ellas hacen muchos amigos, intercambian información personal, fotos, videos. Se genera un importante conflicto padres-hijos por la privacidad/supervisión del uso de las redes sociales.

La sospecha por parte de los progenitores de un mal uso de la red por parte de sus hijos les lleva a intentar una supervisión/control que es vista por éstos como una violación de su intimidad, al acceder a las conversaciones íntimas que los hijos mantienen con su red de amigos. Y es que los niños y adolescentes no son conscientes de las amenazas ocultas que pueden existir en estas redes, como información violenta, pornografía, inducción de sectas y fanatismos, suplantación de identidad, apología de la anorexia, acoso entre menores, acoso de adultos, difusión de imágenes de contenido sexual. Y a todo esto hay que añadirle la dependencia que puede crear, impidiéndole realizar otras actividades.

Los padres deberemos formarnos, en la medida de lo posible, en unos conocimientos básicos para poder orientar a nuestros hijos. Así como dar un buen ejemplo en su uso. Ofreceremos otras alternativas de ocio; navegar por internet con ellos a la vez que comentar y criticar los contenidos favoreciendo la comunicación familiar; mostrarles que deben ser críticos en la red, así como hacerles saber que algunas informaciones publicadas en internet pueden ser falsas igual que la identidad de algunas personas que conozcan en la red y que encontrarse físicamente con ellos conlleva muchos riesgos.

Es preciso encontrar un equilibrio apostando por unas buenas prácticas de las nuevas tecnologías.