Les abrió la puerta el empleado que se encargaba de cuidar a un matrimonio de avanzada de edad y uno de los ladrones le encañonó con una pistola de juguete, que aparentaba ser real. Le empujaron y le redujeron, tapándole la cara, golpeándole y atándole de pies y manos con bridas de plástico para evitar que les impidiera realizar su hazaña. Se dirigieron al salón donde se encontraban los propietarios de la vivienda. Mantuvieron un forcejeo pero finalmente consiguieron llevarse un teléfono, un bolso con 300 euros, 3.000 euros en efectivo y 157 joyas.

Años antes uno de los dos ladrones trabajó como empleado de hogar en otro domicilio, de donde se llevó, durante los dos años en que estuvo trabajando, joyas valoradas en casi 11.000 euros. El Juzgado de lo Penal Número 2 le condena a cinco años y tres meses de prisión (no se ha podido identificar a la persona que le ayudó).