Se levantaba cansado. Aunque durmiera diez horas al despertarse su sensación era la de no haber descansado absolutamente nada. Eso empezó a pasarle factura en su vida diaria, motivo por el que acudió al médico. A Juan Carlos Sánchez le detectaron apnea del sueño hace dos años y medio y desde que está en tratamiento todo ha cambiado. «Antes, durmiera lo que durmiera, estaba siempre cansado; ahora, con la máquina, todo va mucho mejor», reconocía ayer.

La apnea del sueño produce colapsos en las vías aéreas superiores, lo que impide que entre el oxígeno a los órganos vitales y dificulta la expulsión del dióxido de carbono. Estas interrupciones pueden durar desde unos pocos segundos a minutos y pueden ocurrir más de 30 veces por hora. Tiene unas consecuencias serias a medio largo plazo porque puede provocar enfermedades cardiovasculares, cerebrales, pulmonares o renales.

Uno de los principales tratamientos es la colocación de un dispositivo de presión positiva en las vías aéreas (CPAP, por sus siglas en inglés). Es la máquina que utiliza cada noche Juan Carlos, que lo que hace es utilizar la presión de aire para empujar la lengua hacia adelante y abrir la garganta. Esto permite que el aire pase a través de la garganta, lo que disminuye los ronquidos (la gente que padece apnea suele roncar muy fuerte, aunque no todos los que roncan sufren este trastorno) y previene los trastornos del sueño.

La Unidad del Sueño del hospital San Pedro de Alcántara atiende a pacientes de toda la región al tratarse de un servicio de referencia en Extremadura. Ayer celebró el día de este trastorno con el desarrollo de unas jornadas en las que se explicó a más de medio centenar de afectados en qué consiste la enfermedad, cuándo acudir al médico o cuáles son los tratamientos; así como las formas de prevención.

Entre otras cosas se habló de que la utilización de los dispositivos móviles ha aumentado el riesgo de padecer problemas de sueño. «Hay un hecho muy curioso, desde la década de los 60 hasta ahora hemos reducido una media de dos horas de dormir y en esto ha contribuido, en parte, el uso de dispositivos móviles. De hecho lo que recomendamos es dormir entre siete y ocho horas al día y ahora llegamos en España a una media de 6,4 horas», afirmó ayer el coordinador de la Unidad del Sueño, Jaime Corral.

La luz y las radiaciones

Según el doctor lo correcto sería no utilizar ningún dispositivo de estas características tres horas antes de meterse en la cama. «La luz lo que hace es retrasarnos el momento en que iniciamos el sueño. Desde nuestra unidad recomendamos que esta conducta no se haga en las horas previas, por lo menos tres horas antes», señala Corral. Una de las razones por las que provocan trastornos en el sueño es que su manejo requiere una actividad mental importante, «además de porque recibimos una radiación que penetra por nuestros ojos y que puede estimular partes que van a dificultar el sueño».

Se calcula que más del 20% de la población tiene riesgo de padecer apnea del sueño. En la región podrían tenerla 140.000 personas, de ellas entre un 2 y un 4% tendrían que empezar a tratarse de forma urgente porque han comenzado a padecer enfermedades cardiovasculares o pulmonares. El problema es que solo el 30% están diagnosticados.

La población que tiene más riesgo de apnea son hombres, personas que tienen sobrepeso, historia familiar o pequeñas vías respiratorias. También es frecuente en niños (entre el 1 y el 4% lo padecen). «Los dos factores fundamentales en niños son los que padecen una hipertrofia de las amígdalas o los niños obesos y en España estamos a la cabeza de la obesidad infantil a nivel europeo», recuerda Corral.

No se cura, porque se desconoce la causa que la produce. Aunque sí se puede controlar con tratamientos que logran que no falte oxígeno a los órganos vitales. También es importante la prevención. «Para evitar no solo esta enfermedad sino otras muchas, siempre digo que debemos tener sed. Sed es un acrónimo de tres letras donde está la ‘s’ de sueño, que debe ser confortable y con horas suficientes; la ‘e’ de ejercicio físico, que debe ser diario y continuado y la ‘d’ de dieta, que debe ser saludable y mediterránea, exenta de tóxicos. Si mantenemos esas tres funciones deberíamos de ser capaces de reducir muchas enfermedades, una de ellas la apnea del sueño», incide el doctor.