Este país necesita políticos decentes. La decencia es un concepto fundamental. La decencia es la entrega a unos ciertos ideales que se juntan con los ideales tuyos y de los demás en función de una determinada colectividad que tiene que fluir su vida con libertad y posibilidad. Una de las cosas más hermosas del mundo es la existencia de la posibilidad, la idea de que el mundo se te presenta como algo abierto en el que tú puedes incidir en él, no para tu propio rastrero y miserable provecho. Eso es una deformación de la mente. La corrupción de las personas me preocupa, es un problema de decencia, pero lo que me preocupa más es la corrupción de la mente, no nos paramos a pensar, nos familiarizamos con los intereses rastreros, no defendemos más la vida, la vida tiene límites, no es ese querer más, tener más, ganar más...» La frase del filósofo Emilio Lledó en una espléndida entrevista escrita por Josep Massot en La Vanguardia me ha hecho recordar a Rafael Mateos, actual portavoz del gobierno, que será definitivamente el candidato del PP a la alcaldía para las próximas elecciones municipales. El pasado lunes tuve la oportunidad de pasear por Cánovas con Rafa, cuando aún se mantenía en su idea de abandonar temporalmente sus funciones municipales después de los comicios. Rafa es el único político, y he conocido a muchos (también nacionales), que no rezuma autoritarismo cuando se le formulan preguntas incómodas. Es un señor, un caballero de la política. Viví, lo confieso, con tristeza el anuncio de su marcha porque Mateos se ha desvivido por la defensa de los intereses de Cáceres y lo ha hecho en todo momento y circunstancias, incluso en las más adversas.

La política de hoy es, en muchas ocasiones, sucia, perversa e intoxicada, pero viendo a Rafa insisto en renegar de la expresión ‘casta política’. En una democracia es fundamental representar los intereses de los ciudadanos y por eso los políticos representativos como él son imprescindibles. Es evidente que Rafa anunció su marcha porque estaba cansado y le faltaba ilusión. Lo admitía él mismo, de nuevo sin tapujos el lunes durante ese recorrido por Cánovas. «Hay que tomarse un paréntesis», me dijo. Pero, en honor a la verdad, lo que ocurrió fue que a Rafa le prometieron en noviembre encabezar la candidatura del PP y las cosas se torcieron. Cuando empezaba a tocar la cima, bajar era la única posibilidad de moverse. Leí hace poco que «la historia demuestra que uno de los elementos más importantes para que la figura del político se restaure y se agrande es el haber salido del poder con elegancia». Rafa lo iba a hacer, pero eso le valió a los de su partido para descubrir que lo prometido es deuda, y que cumplir con la palabra es lo que demuestra nuestra honorabilidad.

Discutible (y mucho), es, no obstante, la forma en la que el PP ha hecho las cosas, el modo de no saber medirlas, elegir una candidata como Elena Nevado, anunciarla a bombo y platillo, dejar que confeccionara su lista (con sus errores, vale, pero su lista), con poco temple para negociar unos presupuestos, hoy prorrogados, vale, y con una precampaña errática y mal asesorada, vale, pero su precampaña y sus asesores al fin y al cabo; para quitarla después, ponerla a los pies de los caballos a pocas semanas de unas elecciones y no darle a priori la salida digna que merece, siquiera por el mero hecho de haber defendido durante dos legislaturas al frente de la alcaldía los intereses de esta ciudad y ser, no olvidemos, la presidenta local de su partido.

A priori el recambio es un acierto, pero se realiza a destiempo. Esto sí que es un ‘play dirty’ (no me extraña que la que hasta ahora ha sido la musa del peperío se derrumbara ayer y terminara llorando durante su comparecencia ante los periodistas, aunque tratara de salir airosa diciendo que la culpa es de Ciudadanos, tras el anuncio de ese partido en este mismo Periódico de que no pactaría con una candidata como ella. Pero si hay alguien que no tiene la culpa de todo esto es precisamente Ciudadanos. Honra a Nevado, claro que sí, su defensa del PP y de su todavía portavoz del gobierno, y de que lo haya hecho hasta el último minuto. No sabemos qué pasará de aquí en adelante, que los micrófonos a veces sacan lo peor de uno mismo y terminan por dar visibilidad a las bajunas guerras internas de los políticos.

Dicho esto, Rafa se iba a marchar con dignidad. Lo consagraron como candidato, pero alguien cambió de criterio y, él, como político decente que es, no se sometió al ninguneo, quizá porque le viene de cuna, porque sabe lo que es el esfuerzo, el ganarse las cosas a pulso. Lo aprendió de sus padres, ella ama de casa, él trabajador de una compañía de seguros; y cinco bocas que alimentar. «Recuerdo mi infancia como una etapa muy feliz, en mi casa siempre con muchísima gente, yo el cuarto de cinco hermanos, todas mujeres, y gracias a mi padre hemos podido estudiar lo que hemos querido», confesaba todavía emocionado con el recuerdo de su reciente pérdida.

Nacido en Cáceres en 1981, Mateos estudió EGB (cuando existía la bendita EGB) en el Licenciados Reunidos, el Licen de toda la vida, y posteriormente el Bachillerato en el Instituto Hernández Pacheco, donde fue un alumno brillante. Vivieron primero en La Madrila, al lado de las pistas, hasta que luego se trasladaron a la avenida de Alemania. Rafa siempre tuvo inquietudes políticas y a los 18 años se afilió a Nuevas Generaciones. Al llegar a la Universidad de Extremadura, como flamante alumno de Derecho, se convirtió en subdelegado de estudiantes de la facultad. Terminó la carrera, aprobó las oposiciones a jurídico de la Junta, sin plaza, y enseguida le ofrecieron incorporarse al grupo parlamentario de la Asamblea de Extremadura como asesor jurídico. En 2011, con Laureano León como presidente de la Diputación de Cáceres, se convirtió en asesor jurídico del grupo en la institución provincial. El mismo Laureano, actual presidente del partido, le pidió que se incorporara a la lista del PP en las elecciones de 2015. Ha sido concejal de Seguridad Ciudadana, portavoz del gobierno, y de su paso por el ayuntamiento, aseguraba el lunes, que se llevaba «todo bueno. El haber trabajado por los ciudadanos y una gran relación con los 24 concejales». Pero Rafa había dejado ya una huella, dentro y fuera de su partido. Había sabido ganarse el respeto, y cuando consigues eso ya no hay vuelta atrás y siempre te pondrán en el lugar que justamente te corresponde. Además de su vertiente pública, Rafa tiene una faceta personal muy valiosa: sus tres hijos, de 6 y 3 años, y el pequeño de 10 meses (¡vaya un valiente en estos tiempos que corren!), y su mujer, Lourdes, «aunténtica heroína», la describe.

«A los periodistas os admiro y os respeto», era una forma de decir hasta pronto cuando nos despedimos en San Juan. Ahora (ya saben que el destino siempre es tozudo), vuelvo a darle la bienvenida; y que el electorado lo coloque donde considere, que para eso la Democracia es sabia y soberana.

Hablando de todo un poco, qué bien ha quedado, por cierto, la plaza más bonita de Cáceres tras la reforma. Al verla recuerdo aquella plazuela del pasado, donde los muchachos jugaban sin problemas de tráfico (ya pueden volver a hacerlo), donde se movía con elegancia Leoncia, la última vocera de El Periódico Extremadura, donde trabajaba María Galindo, que era modista, Gabrielín, que era profesor, un taxista al que llamaban Monsieur porque había sido chófer de unos franceses, o Hijos de Petra Campón, un colonial de la época que nos encantaba a los cacereños por la magistral forma con la que especialmente Rafael Sanguino partía el bacalao. Luego abrieron la cafetería Lux, que hizo famoso ese dicho tan popular de Cáceres de ‘Los ricos van a Lux, los pobres a LuxPortales’.

Por San Juan vi al Grupo Joven de los Ramos en la mesa de ofrendas que organizó la cofradía. Posaban junto al chef Toño Perez y algunos participantes del Grupo Joven ‘La Burrina’. Luego tomé asiento en la terraza de Chocolat’s y vi pasar a cientos de turistas por la Gran Vía camino de la plaza Mayor por un lado, rumbo a Pizarro, por otro. Y allí, toda la movida cultural y nocturna de un golpe, también la del mediodía porque Santisteban, a modo de tapería, ha aterrizado junto al hotel Albarragena. Chapeaux.