Diplomático (fue embajador de Kuwait y Países Bajos), periodista, presentador y escritor, Fernando Schwartz (Ginebra, 1937) recaló ayer por primera vez en la Feria del Libro de Cáceres. En una carpa abarrotada presentó su última novela, Que vaya Meneses, una hilarante historia sobre los recovecos de la política internacional y lo que algunos están dispuestos a hacer para escalar posiciones.

--En este libro entra en las entrañas de algo que conoce bien, que es la diplomacia y la política internacional. ¿Es realmente como la pinta?

---No, exactamente. La política internacional es igual de cínica, pero un poquito más ajustada a la legalidad. Pero aquí hay realpolitik y son protagonistas de gran dureza en la que cada cual va a lo suyo y va además con mucha decisión.

--Lo de ir a lo suyo sí que es una de las señas de identidad de la sociedad en la actualidad.

--Sí, y es un concepto muy americano. Cada cual va mucho a lo suyo y los intereses son cada vez más graves porque hay más implicación económica, más involucración de poderío e influencia y todo es cada vez más difícil. Y de ahí las dificultades por las que está atravesando ahora Europa.

--Nada ayuda mucho, es cierto.

--Todos tiran a un lado y a otro. Tenemos populismo y extrema derecha, mientras los ingleses se quieren marcharse. Y con todo eso, se intenta organizar una Europa que no acaba de arrancar, pero que tendrá que arrancar.

--¿Se alegra de no tener ahora mismo una responsabilidad diplomática tal y como está la situación?

--Me alegro muchísimo de no tener ahora mismo responsabilidad diplomática, de no estar en faena. Lo dejé en un momento en el que me pedía el cuerpo cambiar y hacer otra cosa. Y me he alegrado de haberme ido cuando me fui.

--En ‘Que vaya Meneses’, España tiene una mujer presidenta del Gobierno. ¿Pensó en alguien?

--Me parecía que era el momento y que habrá que empezar, al menos por ahí, para que algún día haya una mujer presidenta del Gobierno. Además, todas las mujeres del libro son mujeres muy firmes y fuertes.

--Sus libros siempre tienen como detonante alguna vivencia personal. ¿Cuál fue en este caso?

--Fue una tontería. Nunca escribo un libro si no conozco el sitio sobre el que lo escribo, porque me parece que va a fallar el ambiente, la espiritualidad y la moral. Pero en este caso fue una idiotez. Estuve viendo una serie de televisión que se llamaba La embajada, y pensé que los que la habían hecho no tenían ni idea de cómo funciona la diplomacia. Habían hecho un bodrio espantoso. Pensé en escribirles algo y luego decidí que escribiría una novela, que es lo mío.

--¿Cuántas historias tiene guardadas aún en el cajón?

--Bastantes.

--¿Irán saliendo?

--Ya me voy haciendo mayor, pero alguna más saldrá.