Es una de las citas más entrañables del novenario, una de las tradiciones más arraigadas y ayer fue de nuevo multitudinaria. La presentación de los niños a la Virgen de la Montaña convocó un año más a decenas de cacereños en la concatedral de Santa María. Eran principalmente madres y padres que en su día vivieron también esa escena al poco de nacer y que ayer querían recuperar ese momento, ahora con sus hijos. Y lo hicieron rodeados de teléfonos móviles de familiares y amigos que trataban de captar el momento en el que el sacerdote los cogía en brazos para elevarlos ante la patrona.

En total pasaron ante el trono de la virgen más de 170 niños, según las cifras aportadas por la cofradía, que destacó la abultada afluencia y la corta edad de algunos de los niños, algunos de solo siete días. La presentación se prolongó durante más de una hora y la cola recorría todo el templo y llegaba por la puerta trasera hasta la calle.

Eder, de tres meses, fue el primero en desfilar junto a su madre ante la patrona. «Ya lo subimos al Santuario al poco de nacer, pero nos apetecía cumplir también con esta tradición», contaba Paqui, que aunque procede de Navas del Madroño, también cuando era un bebé la trajeron sus padres a la presentación del novenario y ahora quería vivir ese momento como madre. A su lado, Montaña, una amiga, guardaba también la cola con su hija Zaira, de cinco meses, en brazos. Las dos familias habían llegado a Santa María a las tres y media de la tarde (una hora antes del inicio de la presentación) para tener un buen sitio. «Nos avisaron de que siempre hay mucha gente. Así que hemos preferido venir con tiempo. Me hacía mucha ilusión traer e mi primera hija igual que en su día a mí me trajeron mis padres cuando era un bebé», contaba.

Y tras ellos, Lucía, Saúl, Javier... Para la ocasión, la virgen vestía el Manto número 69, de terciopelo bordado en oro, confeccionado por las Religiosas Esclavas del Santísimo y la Inmaculada, del santuario, donado en 1975 por la familia Martín Nieto.