La Feria de Ganado de Cáceres llegó a superar ampliamente las 100.000 cabezas. Primero se celebró en el Rodeo y luego en el actual Recinto Ferial, antes incluso de que se trasladaran allí las atracciones y casetas desde Los Fratres. Era un encuentro extraordinario. Los pastores comenzaban a transitar días antes los caminos cacereños con decenas de vacas, cabras, ovejas... hasta llegar polvorientos a la gran cita, donde se cerraban centenares de tratos.

Hace doce años, la Asociación Cultural Amigos del Parque del Príncipe rescató esta tradicional feria en la modalidad mular, asnal y caballar. Cada 28 de mayo se celebra en el Recinto Hípico en colaboración con el Ayuntamiento de Cáceres, y el próximo martes tampoco faltará. «Rabero largo atado al seto y bestias sin montura, al modo tradicional. Es una imagen que detiene el tiempo y nos invita a reflexionar sobre la pureza y la naturalidad de las gentes del campo», explica Matías Simón, presidente del colectivo organizador, quien además considera conveniente que los jóvenes de hoy, «que manejan con tanta destreza el mundo digital, sepan que la historia ha estado ligada al mundo analógico, y que las tradiciones y formas de vida forman parte de nuestra memoria colectiva». Por ello les invita, y también a toda la ciudadanía, a sumarse a la cita.

Habrá paseos en burro gratuitos, exposición de útiles del campo, talleres de herraje y esquileo, y una exposición gráfica titulada ‘La feria ganadera, en la memoria’, formada por fotografías de la Fototeca del Archivo Histórico Municipal de Cáceres (en esta página pueden verse dos de ellas).

No faltarán los premios a los mejores mulos, burros o caballos. Además, la organización subvencionará con cinco euros la entrada de cada animal, que deberá entrar al recinto con la correspondiente documentación vigente.

«Se trata de un punto de reunión matinal para las gentes del campo, pero también para todo aquel que quiera sumarse en torno a una cervecita y unas tapas. Quizás, con un poco de paciencia, uno pueda presenciar el trato de venta de algún animal, con el correspondiente apretón de manos; la magia del lenguaje no escrito por el que se han regido las ventas y compras durante siglos», concluye Matías Simón.