A Jesús Fernández Vecino le bastó vivir una temporada en Barcelona y en Londres para añorar Cáceres, ciudad donde nació y creció, rodeado de su familia. Estudió Ingeniería Civil en la politécnica de la capital cacereña hasta 2011, año en el que se marchó a Cataluña, a continuar formándose. Allí estudió un máster y trabajó en un proyecto de investigación en la universidad, aunque en 2014 regresó a su ciudad. Buscó trabajo durante un año, pero eran momentos difíciles, la crisis de la construcción estaba presente. Por ello, sin dudarlo, hizo las maletas y voló hasta la capital londinense. «Empecé como todos, de camarero en un bar», cuenta. Sin embargo no tardó en trabajar en una tienda de bicicletas, lugar en el que recibió la formación necesaria para formar parte del servicio técnico. Más tarde, se cambió a una tienda más cerca de su casa y de ahí a Cáceres, con la idea emprendedora de formar una empresa de bicicletas.

El ciclismo es su pasión desde niño, cuando tenía 13 años empezó a competir a nivel regional en campeonatos de la categoría cadete. No obstante, cuando cumplió los 17, dejó las competiciones y se centró en estudiar, su prioridad en ese momento. Nunca ha dejado de pedalear, ni si quiera en la capital londinense, donde se compró una bici.

Lo que no sabía Jesús es que 15 años después iba a transformar su afición por el ciclismo en su vida. «En Londres ya me decidí, si me volvía era para arriesgarme. Me tiré al barro», cuenta.

Y así fue, hace poco más de un año dio luz a Fevex, una empresa de ciclismo en la que repara y vende bicicletas, además de todo tipo de accesorios. «En agosto me vine de Inglaterra y en noviembre encontré el local». Está situado en la calle León Leal y en cuanto lo vio quiso que fuera su futura empresa. Una vez lo arregló, ya que antes era una panadería y no estaba reformada, abrió sus puertas. El mobiliario lo ha fabricado él mismo, el mostrador está formado por una tabla de madera sobre dos letras, una ‘f’ y una ‘v’ que recuerdan al nombre, Fevex. Este último, compuesto por la primera sílaba de sus dos apellidos --Férnandez y Vecino-- y una ‘x’, que hace referencia a sus raíces extremeñas.

De Cáceres tiene solo buenas palabras, «es una ciudad que me encanta». Además, afirma que vivir fuera le dieron más ganas de regresar, «hacer tantos kilómetros para ver a tu familia no es vida», cuenta. A los jóvenes les dice que luchen por lo que quieren, por mucho que nada tengan que ver a lo que hayan estudiado. «Dedicarse a lo que a uno le gusta es la verdadera felicidad».

Por ello, Jesús afirma que ahora él es feliz y que continuará en su ciudad, pedaleando y haciendo más grande su afición por el ciclismo en su empresa.