En una abarrotada plaza de San Jorge, con bastante juventud en escena y en las gradas, los nueve alumnos de cuarto de la Escuela Superior de Arte Dramático cacereña nos ofrecieron una muy burlesca y divertida versión de cuatro entremeses del más popular Calderón, muy actualizados y bastante prosificados por su ex profesor Charles Delgadillo.

Comenzaron todos alineados frente al público recitando, a modo de simpática presentación, unos versos alusivos al nombre de los nueve intérpretes con sus cinco personajes para cada uno, en total 42 personajes, nada menos ¡toda una proeza! Y vaya que la superaron con gran soltura y dinamismo, quizá excesivo por el ritmo trepidante y un cierto alarde de expresividad corporal muy variada y generalmente bien caracterizada. En el primer entremés La pedidora un guapo galán llama, a base de un rítmico taconeo, y entra a ver a la linda Teodora, a ritmo de pasodoble, como si debiera lidiar con su rival amoroso, el cornudo sacristán, amartelado con dicha dama; tras un divertido debate sellan las paces.

Tras una meteórica transición musical, procesional, y con un muy escueto cambio de vestuario, generalmente actual, se inicia una burlesca procesión, que es el comienzo del segundo entremés, El convidado. Tras ella azotan al mesonero, que es abordado por un muy chulo sargento, que enseguida es víctima de una refriega y casi se ve abocado a morir de hambre, pero al fin se reconcilian y acaban con un divertido baile. El austero atrezzo del mesón lo montaron rápidamente, y las detonaciones del trabuco con un tambor resonaron.

En el tercer entremés El Dragoncillo aparece un gracioso alcalde cegato y una pareja, cuyo marido está endeudado y muy celoso de unos soldados o dragones, a los que encierra el marido, pero pasado un tiempo los suelta y halaga, pero quedando un tanto burlados los dragones. Culmina la función con La casa de linajes: dos caballeros que cruzan sus espadas disputándose una dama, que es defendida por una tercera en discordia y otra más, que son abordadas por un gracioso vejete, muy aplaudido, un embadurnador barbero y unas muy resueltas mondongueras.

Con esta panoplia de tan variados tipos y muy distintos personajes, cobró la función un aire muy realista y costumbrista, pero no tanto de la sociedad barroca como de la actual, por los constantes guiños de interpretación irónica o burlesca. Estuvieron los nueve actuantes, 4 chicos y 5 chicas, a una gran altura interpretativa, con su graciosa y vérsátil expresividad corporal; por ello mantuvieron toda la hora al público con una sonrisa constante, salpicada con frecuentes risas , que estallaron en un entusiástico y prolongado aplauso final, mientras iban cerrando con un movido baile moderno.

Pensamos que su profesora de Interpretación y directora del divertido montaje, Carmen Galarza, se sentirá satisfecha del exitoso resultado y por tanto podrá premiarlos con un merecido sobresaliente ‘cum laude’.