Para esto tantos meses de obras?». «La mayoría de la calle queda igual». «Pensaba que las escaleras salvarían más el desnivel». «Demasiado tiempo para este resultado». «Queda poco espacio en los laterales». «Por lo menos quita el último trecho». «Verás cómo después todo el mundo las utiliza». Alzapiernas era ayer un hervidero de comentarios con motivo de la llegada, por fin, de las escaleras mecánicas que tanta polémica han generado desde que se anunció su instalación en 2016. A primera hora de ayer, un trailer descargaba la estructura con la ayuda de una grúa de grandes dimensiones, y pasadas las diez y media ya podía contemplarse en su ubicación definitiva. Fue realmente una atracción para los viandantes. Las fotos echaban humo en las redes sociales y los selfies se prodigaban.

La obra se acometió a iniciativa del anterior equipo de Gobierno local liderado por Elena Nevado, pero nunca contó con la aprobación del PSOE, ni en la oposición ni ahora en la alcaldía. Tampoco ha ayudado la dilatación de los trabajos durante ocho meses, que ha desatado sucesivas críticas de los negocios del entorno. Ayer, una vez visto el resultado, el portavoz municipal y concejal de Fomento e Infraestructuras, Andrés Licerán, lo desaprobó. «Es un despropósito», dijo, alegando que «una imagen vale más que mil palabras». «Hoy vemos plasmada la realidad de por qué nos oponíamos a la obra. Hoy vemos la escalera instalada y no da solución al problema de accesibilidad de Alzapiernas», denunció.

«Nos hemos gastado 500.000 euros de todos los cacereños por una decisión de la alcaldesa de la legislatura anterior, por una cabezonería de Elena Nevado», prosiguió Licerán en declaraciones a los medios, poniendo en evidencia «la gestión del PP en los ocho años anteriores». «500.000 euros tirados a la basura», matizó en las redes sociales. «Lo único que hemos exigido desde el nuevo equipo de Gobierno ha sido máxima diligencia a la empresa en la finalización de la obra, que bebe estar terminada el 3 de septiembre, hay que acabar cuanto antes con las molestias a vecinos, turistas y especialmente a comerciantes que son los que más han sufrido durante estos ocho meses la realidad de las obras», añadió Licerán.

Con la reforma de Alzapiernas ya en su recta final, el portavoz municipal agregó que «lo único a lo que nos podemos comprometer desde el equipo de Gobierno es a buscar las soluciones más accesibles para la ciudad. Vamos a trabajar con la asociaciones del ámbito de la discapacidad y de la accesibilidad para conseguir de Cáceres una ciudad con igualdad de derechos para toda la ciudadanía», concluyó Licerán.

LO QUE FALTA / Efectivamente, las obras de la calle entran en su recta final. Resta construir una rampa y unas escaleras hasta la conexión con Moret. También falta concluir la obra de la calle Zurbarán (une San José y Concepción), que se integra en el proyecto de Alzapiernas como alternativa para las personas con movilidad reducida que no pueden utilizar las escaleras mecánicas ni el resto de la vía por su pronunciado desnivel. También existe otra alternativa por la calle Sánchez Varona (Parras-Moret), que se adecuó hace meses. Sin embargo, el proyecto en su conjunto ha sido rechazado por asociaciones de personas con discapacidad, alegando que no ofrece una solución.

La instalación de las escaleras obligó a cortar ayer el tráfico de Parras durante la mañana y a realizar cambios de circulación en las calles aledañas. No había quien pasara por la zona y no se parara a echar un ojo a la nueva escalera. Curiosamente, o no, los que menos interés prestaron fueron los empresarios y empleados de los negocios afectados por el cierre de Alzapiernas, que prácticamente asistieron al trasiego de la instalación de la escalera desde sus propios puestos, sin inmutarse. «Ya nos da igual. El público entra comentando que dónde está la accesibilidad de la calle, que queda poco espacio, pero a nosotros de verdad que ya nos da todo igual, lo que queremos es que abran la calle de una vez, que terminen la obra cuanto antes, porque nos estamos jugando el empleo», explicó Ismael Cambero, trabajador de la ferretería Mateos-Rebollo. Sí quiso dejar un mensaje: «Cuando se haga una obra en cualquier calle de Cáceres, que la planifiquen y la hagan como es debido, porque se crean muchos perjuicios».

UN 30% MENOS EN VENTAS / Perjuicios que los negocios pueden calcular. Y es que Alzapiernas canaliza el paso de 900.000 personas al año. Retales Manolo, que lleva décadas en Moret, a pocos metros de la esquina con Alzapiernas, baraja unas pérdidas del 30% durante 2019 respecto a las ventas de años anteriores. «La entrada de turistas en la tienda prácticamente ha caído un 90%, lo vemos en los artículos que ellos agotan y que este año siguen en las estanterías. Lo que ocurre es que nosotros tenemos afortunadamente un porcentaje alto de clientela cacereña, pero la obra ha roto las previsiones a los negocios ». Así lo explica Diego Bravo, propietario de los veteranos retales, quien afirma que los ocho meses de obras en Alzapiernas «se han convertido en un auténtico padecimiento».

Tampoco a este empresario la causa expectación la llegada por fin de la escalera: «Lo que tenemos es ganas de que abran la calle, no podemos seguir así. Todo el mundo puede aguantar una obra, pero esto...».

Inés Márquez, de Embutidos Los Ibéricos, opinaba del mismo modo al conocer la llegada de la escalera: «Solo nos interesa que terminen ya, que dejen pasar al público, que empecemos a respirar... Este puente y esta quincena de agosto traen muchísimo turismo y aquí seguimos con Alzapiernas cerrada», lamenta.

Los empresarios temen ahora la próxima obra que les falta por soportar: la apertura de una zanja para renovar la red eléctrica en Paneras, parte de Moret y sospechan que hasta Concepción. Han pedido que se posponga al invierno pero el ayuntamiento alega que no es posible. Sólo piden que se «organice» debidamente para evitar el mismo calvario.