Este verano ha vuelto a suceder. Fuegos que llegan hasta la puerta de casa, o se quedan a pocos metros de un depósito de propano, como ha ocurrido en Mejostilla. Incendios que afectan al arbolado en plena trama urbana (ronda Norte), o que obligan a los vecinos a tirar de sus mangueras para ‘defender’ su parcela de las llamas. Con el otoño a la vuelta de la esquina, este periódico ha podido comprobar, durante un periplo por la ciudad en compañía de distintos dirigentes vecinales, la existencia de numerosas parcelas que no se han desbrozado en todo el verano, y que permanecen sin vallar. Muchas son privadas, algunas públicas... La Agrupación de Asociaciones de Vecinos de Cáceres ha decidido poner coto a este abandono.

«Desde hace más de un año venimos inquietos porque algunos fuegos se han aproximado hasta las mismas casas, no podemos consentirlo desde la agrupación», explica José Alberto Iglesias, presidente del colectivo. De hecho, a principios de verano se produjo una alarmante sucesión de fuegos en Mejostilla, y en julio otro incendio se quedó a metros de un depósito de gas. «La ordenanza municipal que obliga al mantenimiento de las parcelas no resulta efectiva porque no existe a su vez una ordenanza sancionadora que permita tomar medidas contra quienes la incumplen», explica.

La situación es tan evidente que el nuevo alcalde, Luis Salaya, anunció en junio, tras la segunda Junta Local de Gobierno de la nueva legislatura, la creación de una ordenanza fiscal que hará posible exigir la puesta a punto de los solares, porque de lo contrario será el consistorio quien lo haga de forma subsidiaria, cobrando más tarde los costes a los titulares.

DE RUTA POR LA negligencia

Mientras el anuncio se convierte en realidad, llama la atención la proliferación de solares descuidados. Los problemas se centran sobre todo en los residenciales surgidos a raíz del ‘boom’ inmobiliario que alargó Cáceres por todos sus extremos, con numerosos pisos y unifamiliares rodeados de solares dotacionales (comercial, educativo...), o destinados a inmuebles aún sin construir (recuérdese la Ley del Kilómetro). Un ejemplo es El Junquillo, donde, a punto de finalizar el verano, algunas parcelas mantienen sus pastos amarillentos y malas hierbas de hasta un metro de alto. Las vallas brillan por su ausencia.

Es cierto que los solares colindantes con los edificios se han limpiado, y que el ayuntamiento cacereño ha hecho los deberes en la mayoría de los suyos, pero otros propietarios no. Por ejemplo, el terreno que conecta la urbanización con las pistas luce lleno de maleza. Si saliera ardiendo, provocaría un buen susto a los usuarios del espacio deportivo, muchos niños.

«Tenemos constancia de que el ayuntamiento sí apercibe a los propietarios, pero no parece que sea suficiente, por eso se hace necesaria la nueva ordenanza», explica Carlos Luengo, presidente vecinal del Junquillo. Además, son los vecinos quienes tienen que reiterar todos los años al consistorio que la parcela anexa a los pisos Matisse y Cañada Real debe desbrozarse, porque está literalmente pegada a los edificios. «No tendríamos que encargarnos nosotros de recordarlo», lamentan.

Tras las pistas se sitúa además otro solar de uso dotacional que ni está limpio ni vallado pese a tratarse de una propiedad pública. Los pastos campan a sus anchas, bastante densos, y además suponen un peligro para los olivos allí plantados, cubiertos de maleza.

Al norte de la ciudad, La Mejostilla, por su población y dispersión, también tiene mucho que decir en este sentido. Las parcelas sin vallar ni desbrozar, públicas y privadas, se suceden a lo largo de las distintas urbanizaciones. Solo hay que pasearse por Nueva Ciudad, desde Vegas del Mocho hasta pasado Induyco, para entrar en una selva de suciedad y pastos.

RESIDUOS SIN CONTROL

Los solares de esta zona, colindantes con el mercado franco, conforman una oda al despropósito. Aunque están vallados, las cajas y los plásticos de la mercancía que venden los puestos ambulantes aparecen abandonados entre maleza sin cortar. No son meros residuos esparcidos, son montones de basura fruto de la falta de control. «Nueva Ciudad es una ciudad sin ley, antes ni siquiera había contenedores», lamenta Antonio Pino, vicepresidente de la Asociación de Vecinos Mejostilla.

Entre Héroes de Baler y Vegas del Mocho existe otra parcela amplia, vallada, pero llena de suciedad y escombros, junto a la acera y las viviendas. Se ven los restos de un incendio. «Suele arder todos los años, el pasado verano se produjo un fuego bastante peligroso aunque afortunadamente el humo no fue en dirección a las casas», recuerda Antonio Pino. «Son parcelas privadas que no pertenecen al ayuntamiento, pero tampoco se obliga al desbroce», denuncia. También hay terrenos públicos que no cumplen la normativa. Es el caso del residencial Gredos, donde no existen vallas que delimiten algunos solares municipales, y donde algunas parcelas privadas nunca se limpian de pastos.

Ejemplos los hay por doquier. La sede vecinal de Mejostilla está rodeada de una parcela «que no se ha desbrozado en años. Cada verano corremos el mismo peligro de incendio, hay insectos, culebras, ratas y demás», detalla el vicepresidente. Precisamente en esta zona se sitúa un considerable depósito de gas propano, rodeado de maleza, que ha vuelto a levantar las alarmas a causa de un incendio que se ha quedado a escasos metros. Este fuego devastó las traseras del complejo comercial de Sprinter y Aldi, y llegó hasta la ronda Norte, arrasando a su paso con parte del arbolado. «Todas las zonas de Mejostilla corremos de un modo u otro este peligro, pero en realidad se trata de un problema generalizado de la ciudad», concluye Antonio Pino.

DÉCADAS SIN USO / Así es. Las parcelas descuidadas hacen su aparición en distintos puntos del mapa local. El presidente vecinal José Antonio Ayuso también lo confirma. En su caso se trata sobre todo de un gran solar propiedad de la banca que rompe la trama urbana entre Llopis y Espíritu Santo. Este amplio terreno linda con el IES García Téllez y las pistas deportivas, y se sitúa justo enfrente de la avenida de la Bondad y del acceso a la milenaria cueva de Maltravieso. Lleva décadas así, como un enorme descampado, sin visos de proyecto alguno. «Desde 2017 solicitamos al ayuntamiento la creación, no de un ‘Parque de Cánovas’, sino de un parque rústico con zona arbolada, algunos bancos y estéticamente adecentado», explica el presidente. «No creemos que el banco propietario se opusiera a este uso, en lugar de mantener la parcela así durante décadas», reflexiona.

La barriada también propone que se habilite parte de este solar, que se desbroza anualmente por la insistencia de los vecinos, como una zona de estacionamiento, solucionando así el problema que se crea a la salida y entrada de los alumnos del IES García Téllez, sobre todo en una barriada donde no se planificaron garajes. «El nuevo Gobierno municipal habla de crear aparcamientos disuasorios en la periferia, éste sería un lugar muy adecuado, con dos líneas de autobús», recuerda Ayuso. Además, los vecinos reclaman una solución para otra parcela de propiedad municipal junto a la avenida de la Hispanidad, sin uso ni vallado, que ahora se emplea como aparcamiento improvisado.