Llevaban años denunciándolo pero finalmente sus sospechas se han cumplido. La Asociación para la Lucha contra las Enfermedades Renales (Alcer) ya había advertido en más de una ocasión que la falta de personal en la unidad de trasplantes podía influir en las cifras de donaciones de órganos, donde Cáceres se ha situado a la cabeza en los últimos años. De hecho la mayor parte de las donaciones que se llevaban a cabo en la región se realizaban en el hospital San Pedro de Alcántara.

Todo el trabajo que conlleva esta labor solidaria recae únicamente en un médico intensivista y en una enfermera, que son las dos personas que forman la unidad y que están disponibles las 24 horas del día, sin descanso. Pendientes del teléfono por si llega un nuevo donante y, sea la hora que sea, allí están ellos para supervisar que todo se hace correctamente. Durante años su coordinador fue Marcial Casares pero decidió en marzo dimitir de sus cargos debido precisamente a la carga de trabajo que suponía. Desde hace tiempo reclamaban han estado una persona más que ayudara en la unidad, pero nunca ha llegado.

Este hecho, asegura el presidente de Alcer Cáceres, José Antonio Sánchez, ha influido de manera directa en la caída de las donaciones en el último año. Sobre todo porque Casares, explica el presidente de Alcer, lideraba el programa de donaciones en asistolia (el trasplante de órganos humanos procedentes de donantes a corazón parado), lo que había ayudado a incrementarlas. Según los datos oficiales entre enero y agosto de este año se realizaron 17 donaciones, mientras que en el mismo periodo del 2018 fueron 30.

De esas mismas cifras se extrae que el ejercicio pasado fue excepcional, ya que se duplicaron (en 2017 hubo 18 donaciones y en 2016, 16). La razón fue precisamente la consolidación de este programa en asistolia, que se inició en el año 2016. «La donación en asistolia requiere mucho tiempo y dedicación por parte de estos profesionales y si no se dota de más personal el programa al final puede terminar perdiéndose, que es lo que ha pasado», se lamenta Sánchez.

Y es que esta modalidad de donación de órganos es mucho más compleja porque, al haber fallecido el paciente por una parada cardiorrespiratoria, el tiempo para efectuar el proceso de donación es mucho más corto ya que se detiene el corazón y deja de bombear sangre, por lo que el oxígeno ya no llega al resto de los órganos, reduciendo de forma extraordinaria la capacidad de supervivencia y la validez de los mismos. La extracción de los órganos debe hacerse lo más rápido posible, de ahí la disponibilidad las 24 horas del día de estos profesionales.

EN LA UCI / La mayor parte de las donaciones se realizan en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) por eso, el hecho de que en el nuevo hospital aún no se haya puesto en marcha este servicio, también influye de manera negativa en la caída de los trasplantes. «Es un problema secundario pero también afecta», afirma el presidente de Alcer. Sí existe una unidad de pacientes críticos posquirúrgicos, con especialistas en anestesia y reanimación, pero no una UCI como tal atendida por médicos intensivistas. Hasta ahora no se ha podido poner en marcha precisamente por falta de personal que pueda hacerse cargo de ella.

Por su parte el Servicio Extremeño de Salud no da importancia a la caída de las donaciones este año: «Si se analiza la evolución de los últimos cuatro años lo excepcional es lo que ocurrió en el año 2018. El número de donantes del área de Cáceres en los años 2016, 2017 y 2019 casi no varía, es muy similar», justifica. Y asegura que «el funcionamiento y servicios del hospital no influyen en el número de donaciones anuales».