Con pizarra, apuntes, prácticas y numerosos formadores. Así se preparan hoy las trabajadoras del hogar en Cáceres. No son amas de casa que aplican sus experiencias en limpieza a otras viviendas, sino personas que asisten a clase para desarrollar una profesión, y ello implica nociones de alimentación, cocina, cuidado de niños y mayores, organización de las tareas y racionalización del tiempo. Cáritas Diocesana de Coria-Cáceres tiene en marcha en estos momentos su Escuela de Trabajadoras del Hogar, de 105 horas teórico-prácticas. Los resultados son evidentes: las alumnas consiguen trabajo en cuanto finalizan el curso, todas debidamente contratadas, afiliadas a la Seguridad Social y con el Salario Mínimo Interprofesional como referencia.

La pregunta es... ¿a quién se encomienda la llave de la casa, el cuidado de los niños o la atención de los abuelos? El hecho de que una persona tenga hijos y limpie su propia casa no significa que sepa desarrollar con eficacia las tareas que exige una vivienda y una familia, que van mucho más allá de barrer o poner la lavadora. Así lo explica María Pacheco Polo, coordinadora del programa: «Para ejercer adecuadamente de trabajadora del hogar se necesita una cualificación. Precisamente la escuela es un medio para poner en valor el sector del trabajo doméstico, que hasta ahora se encontraba poco valorado. Llevamos años trabajando en ello», afirma esta experimentada trabajadora de Cáritas, que dedica su vida a buscar oportunidades para los que parten con menos boletos en la sociedad.

¿QUÉ ESTUDIAN? / La escuela, subvencionada por la Junta con cargo al IRPF, ofrece un salto de calidad. Las quince alumnas, de todas las edades, acuden cada mañana a clase en un horario que les permite la conciliación con el cuidado de sus hijos, ya que la mayoría son madres. En esta edición no hay hombres por el perfil del programa, pero los ha habido anteriormente y la próxima convocatoria se abrirá a ellos. El primer módulo aborda el Real Decreto que regula el Servicio del Hogar Familiar, que se conoce como ‘Real Decreto de las Trabajadoras del Hogar’. «Aprenden sus derechos y sus deberes en el ejercicio de su trabajo», explica Rafa Acha, técnico experto que imparte este contenido.

Los siguientes módulos son Organización del Trabajo en el Hogar (fundamental para que la empleada sepa gestionar el tiempo); Técnicas de Limpieza (un oficio que hay que aprender a realizar con calidad, como cualquier otro); Alimentación y Nutrición (los principios básicos para tender a un equilibro en la dieta de las familias); Cocina (limpia, sana, variada...); Cuidado de Mayores (compañía, llevarle al médico, de paseo, darle sus comidas y sus pastillas, sin entrar en las áreas de las auxiliares de ayuda a domicilio, un certificado de profesionalidad que también imparte Cáritas); Cuidado de Niños (cambio de pañal, cremas, baños...); y Lavado, Tendido y Planchado de Ropa (tareas básicas del hogar).

Además, las alumnas se forman en cuatro programas transversales de Cáritas: Seguridad e Higiene en el Trabajo (las formas adecuadas de coger peso, cómo evitar accidentes domésticos...); Educación Ambiental, Igualdad de Oportunidades y Nuevas Tecnologías Aplicadas a la Búsqueda de Empleo. «A este último módulo le damos especial importancia en Cáritas, porque somos conscientes de que dentro unos años habrá muchos analfabetos tecnológicos y será una causa de exclusión laboral», lamenta la coordinadora.

Las alumnas también reciben módulos de competencias sociolaborales, que se imparten al principio para facilitar que se conozcan y se apoyen mutuamente. En ellos les orientan sobre los objetivos personales, la responsabilidad en el trabajo, la imagen personal, las habilidades sociales o el control de la ansiedad y de las emociones. «A las participantes les gustan especialmente estos contenidos porque les ayudan a abrirse, a contar sus experiencias... En general, la mujer tiene mucha necesidad de hablar y expresarse con otras mujeres», subraya María Pacheco.

Por todo ello, nada tienen que ver las alumnas que entran al curso con las trabajadoras que salen del mismo, «su evolución se nota muchísimo». Y tanto, porque pasan a formar parte de la Agencia de Colocación de Cáritas Diocesana de Coria-Cáceres, que cada día recibe una media de 1 ó 2 ofertas para trabajos en domicilios. «Estas mujeres salen prácticamente empleadas, siempre a través de un contrato con todos sus derechos (vacaciones, Seguridad Social...). En Cáritas descartamos las propuestas que no incluyen contrataciones. Tampoco aceptamos que nos impongan discriminaciones por nacionalidad, sexo o religión», aclara María Pacheco. Del mismo modo, no se envía a ningún domicilio a una alumna que no se considere preparada.

Las retribuciones que perciben cumplen la normativa establecida en el Salario Mínimo Interprofesional, «que se queda corto en algunos casos, porque no es lo mismo asistir a un anciano válido que a otro impedido, o atender un hogar de dos miembros que de cinco», precisa María Pacheco. Además, desde Cáritas dejan claro que «no existe» el empleo de 24 horas: «las trabajadoras internas del hogar deben hacer 8 horas. Sabemos que en la práctica se abusa, que cuidan del abuelo día y noche, que no duermen, y desde aquí las orientamos para que no acepten esas ofertas», subraya. Y es que las trabajadoras del hogar deben luchar contra el hándicap de su propio pasado, ya que raramente estuvieron afiliadas.

AYUDA A DOS BANDAS / De este modo, Cáritas cumple un doble objetivo: acompañar a las mujeres hasta un mercado laboral dignificado, y a la vez prestar un servicio social de calidad a los ciudadanos que necesitan trabajadores en su casa. «Hay personas que vienen muy preocupadas porque precisan con urgencia alguien que cuide a un mayor, a un niño..., situaciones estresantes que tratamos de solucionar», señala la coordinadora. Además, en la bolsa de empleo se incluyen alumnas de otros años que buscan un nuevo trabajo o desean mejorarlo, conscientes de las ofertas que llegan y la garantía que supone el sello de Cáritas.