Parece una imagen de Siria, de Yemen... Como si una bomba cercana hubiera reventado todos los cristales y despanzurrado el interior de las viviendas, y el paso del tiempo se hubiera encargado del resto. Lo peor no es que este monumento a la degradación se encuentre en Cáceres, lo peor es que su entorno presenta el mismo deterioro y para eso no hay excusa. El Bloque C y sus alrededores están llenos de barro, suciedad y descuido. El campo de fútbol anexo sigue cerrado y abandonado. Las pistas próximas no parecen pistas porque no queda nada. Hay descampados donde había jardines. Los niños, sin un solo columpio, se clavan a diario las espinas de las palmeras por falta de poda. «No es justo. Somos ciudadanos como el resto, pero aquí no hay inversión, no hay mantenimiento», denuncia un vecino de la calle Ródano.

Este padre de familia se levanta a diario con la imagen del Bloque C justo enfrente de su casa, en la zona donde se concentraron cientos de viviendas en los años 80 y 90 para unos realojos que supusieron un fracaso político y social. Cualquiera se deprimiría con estas vistas a un coloso inmundo que se convirtió en el mayor centro urbano de venta de drogas, donde hubo incluso algún homicidio y una mujer emparedada. Levantado en 1987, se desalojó en 2009 por orden de la entonces alcaldesa Carmen Heras. Hubo un consenso generalizado porque no había otra solución posible. Pronto se abrió el debate... ¿Y ahora qué? Diez años más tarde, esa pregunta sigue sin respuesta y la ruina sigue en pie.

La cuestión ha vuelto a ponerse sobre la mesa estos días. El portavoz del PP en el ayuntamiento, Rafael Mateos, ha recordado al alcalde socialista, Luis Salaya, que se comprometió a derribar el Bloque C en las campañas electorales de 2015 y 2019, y que anunció que lo haría en su primer mes de mandato. Ese mes se cumplió el pasado julio. El nuevo equipo de Gobierno local comunicó entonces que ya había encargado los estudios técnicos necesarios para conocer el coste del derribo, como primer paso. Ese coste fue calculado en 900.000 euros por el anterior Gobierno municipal, un desembolso elevado que motivó una nueva reflexión sobre si sería mejor reutilizarlo que demolerlo. Hubo un rosario de propuestas desde distintos ámbitos. Pero no se avanzó nada.

INFORMES EN MARCHA / Preguntado en los últimos días por este diario, Luis Salaya ha reiterado que en su momento se encargaron los informes técnicos pertinentes y que se está esperando a conocer el coste real de dicho derribo. «Cuando se sepan todos estos detalles, se buscará la fórmula para derribar ese monumento a la marginalidad», afirma. Y agrega: «Luego serán los propios vecinos los que decidan lo que prefieren allí, si una zona de juegos, pistas deportivas...». Eso sí: el alcalde no baraja construir más viviendas sociales porque en el barrio ya existen suficientes.

Ésta es la principal novedad de los últimos años: los residentes de la zona podrán al menos expresar su opinión. Aún no ha trascendido cómo se hará, pero Salaya se ha comprometido a ello. Parece lógico que los vecinos tengan voz y voto: han soportado durante veinte años los desmanes del Bloque C, y durante otros diez su decrepitud. De hecho se han tapiado las ventanas y puertas más bajas, también el portal, para evitar que el edificio siga dando cobijo a malas prácticas. Una imagen que se completa con los haces de leña que alguien ha decidido apilar en la fachada, o los residuos que rodean el inmueble. A todo ello, el colegio del barrio casi linda con el Bloque C.

«En todos sitios hay parques con árboles y unos bancos para que podamos sentarnos los niños y los mayores. Es lo que deberían hacer cuando tiren el edificio. Aquí no hay nada de eso. Aquí no hay nada de nada. Dicen que no hacen cosas porque las rompen, pero igual las rompen en otros barrios y las arreglan. Con más razón aquí deberían hacerlo. No hay derecho al abandono que sufre este barrio, es injusto, no se puede consentir», explica una vecina de 77 años que lleva casi medio siglo en la calle Ródano, desde que la Diputación entregó las primeras casas. «Era un barrio maravilloso, ahora va a peor. No hay tarde que los niños no me pidan una tirita porque se han cortado con las palmeras, no se puede consentir», relata antes de irse a sus clases de aprendizaje.

Así es. Los antiguos jardines que rodean el Bloque C se han quedado en tierra, no se entiende este descuido, tampoco la cantidad de restos que se acumulan en la calle, que debería considerarse una calle más a todos los efectos. «Yo en el lugar del edificio pondría un cuartelillo de la Guardia Civil, se ha venido pidiendo durante años. El barrio necesita más vigilancia», subraya un vecino del Bloque B. «Lo mejor sería un parque y unas pistas deportivas, los niños no tienen nada. Los que pueden se bajan a los columpios más allá de la vía, pero están muy lejos. Daría otros aspecto a esto, que ni siquiera se cuida», lamenta una madre de Ródano.

«El campo de fútbol de toda la vida también lo han cerrado. Está junto al Bloque C. Otro espacio menos para los chavales, que juegan con el balón en medio de la calle. No hay más sitios. Desde mi casa se ve la hierba, que se ha comido todo el campo. Deberían abrirlo y poner unas pistas al lado si derriban el edificio. Podrían conectarlas con el campo de fútbol, quedaría una zona deportiva que buena falta hace», sugiere otro vecino de Ródano. «Que pongan cerramientos seguros como en Moctezuma, que se abran de día y se cierren de noche. No pedimos más, pedimos lo mismo», sostiene.

REFLEXIÓN ANTES DE LA PIQUETA / Pocos conocen el barrio de Aldea Moret como su párroco, Miguel Ángel González, que lleva más de 25 años atendiendo a los vecinos en muchos frentes. Por eso cree que antes de meter la piqueta habría que sentarse a reflexionar sobre el futuro del bloque. «Sería bueno estudiar su posible utilidad como edificio reconstruido o como solar una vez derribado, siempre con los criterios de los técnicos, que saben qué es viable y qué no. En esta barriada hacen falta servicios y el bloque podría alojarlos, claro está si su estructura sigue estando en buenas condiciones», reflexiona el sacerdote.

Recuerda que Aldea Moret no tiene casa de cultura y que convendría abrir un centro social. También una residencia de ancianos. «Y ya por soñar, qué bueno sería un centro de formación laboral, de FP, que permitiera a los jóvenes que han dejado los estudios orientar su vida». En definitiva, «una opción útil, que mire al futuro, que pueda mantenerse y que dé vida al barrio, que traiga algunos puestos de trabajo...», propone el párroco.

Francisco López Naharro es presidente vecinal del poblado minero y uno de los fundadores de la Asociación Minas de Aldea Moret (AMAM), que lucha por la divulgación de los valores de este espacio. Recuerda que durante años se han dado opciones «que habría que volver a tener en cuenta», por ejemplo la recuperación del Bloque C como centro de rehabilitación (con residencia incluida para pernoctar), destinado a quienes necesitan tratamientos diarios de fisioterapia y similares, y viven fuera de la ciudad. «Además está la propuesta de convertirlo en una residencia de ancianos, sin duda el servicio más necesario en pocos años al paso que va el crecimiento de la población», indica. «Lo más adecuado sería abrir un servicio que trajera gente, que trajera empleo, que permitiera renovar la zona», resume.

PETICIÓN ÚNICA / La Asociación de Vecinos Santa Lucía también forma parte de Aldea Moret. Aunque físicamente está alejada del Bloque C, lo considera un problema fundamental, por ello, la única propuesta que llevó a los Presupuestos Participativos el pasado año fue su derribo. «La mejor alternativa consistiría en un parque, una zona verde, hace mucha falta en la zona, con un vallado en condiciones como el del Rodeo, y una vigilancia adecuada. No pedimos más que otros barrios» explica Javier Moreno, presidente vecinal.

Desde esta asociación dejan claro que nunca deberían construirse más viviendas sociales en el entorno, y que el derribo parece lo adecuado. «Es un gueto en ruinas, da una imagen horrorosa, lo más sencillo y económico sería demolerlo y poner en su lugar una zona verde», indica el presidente, recordando que existe un compromiso adquirido en las elecciones. «Nos gustaría que se hiciera realidad durante esta legislatura, ya se ha esperado mucho», lamenta.