El cementerio solo disponía ayer de quince nichos preparados para nuevos enterramientos. Son para quince días, en Cáceres hay una media de entre siete y ocho entierros a la semana. Para garantizar que haya espacio suficiente se están adecuando nichos del recinto histórico del camposanto, tumbas que tienen una antigüedad de más de cien años y cuya concesión de uso hace tiempo que acabó, además se está recurriendo a los que van quedando vacíos en partes más nuevas del camposanto. La ordenanza municipal establece periodos de concesión de cinco y treintas años.

A esta situación se llega por los continuos problemas que ha tenido la ampliación del cementerio que el ayuntamiento adjudicó a Orizontia. La obra ya se inició con retraso, comenzó medio año después de que se hiciera la propuesta de adjudicación. Después Orizontia subcontrató a Aguaema. Y Aguaema paralizó los trabajos en noviembre por no tener las garantías suficientes de que iba a cobrar por los trabajos que estaba haciendo.

Desde entonces no se trabaja en la ampliación del cementerio. El portavoz del gobierno local, Andrés Licerán, detalló ayer que en tres ocasiones se ha intentado llegar a un acuerdo con Orizontia para resolver el contrato, unos intentos que «no han sido fructíferos» apuntó el portavoz. «No podemos resolver el contrato de forma directa con la empresa porque la otra parte debe aceptarlo, y ellos se oponen», agregó. La solución ha sido trasladar el expediente a la Comisión Jurídica de Extremadura, órgano autonómico que tiene entre sus competencias decidir sobre la nulidad de los contratos administrativos. El plazo que tiene para resolver es de tres meses, aunque se va a intentar «que esté antes», según precisó ayer Licerán.

Una vez resuelto el contrato con Orizontia, la pretensión del gobierno local es reiniciar las obras con un trámite de urgencia para acortar los plazos. Todo lo ocurrido en el último año con este contrato ha llevado al ayuntamiento a que se tengan que «tomar medidas puntuales para seguir enterrando en el cementerio municipal, que consisten en abrir todas aquellas tumbas que tienen más de cien años y que además no cumplen unas condiciones de mantenimiento y de cuidado, y ahí es donde tenemos que estar ahora mismo enterrando», según precisó el portavoz del gobierno al término ayer de la junta local de gobierno.

ADECUAR / El portavoz añadió que se han dado instrucciones a la Brigada de Obras del ayuntamiento para que «adecúe, acondicione y mejore las condiciones de esos nichos, que no es un tema agradable, es un tema muy delicado con las familias, pero una ciudad de 100.000 habitantes necesita cuanto antes dar solución a este problema».

«También es urgente proyectar una fase nueva de nichos -además de la de la ampliación aún sin terminar y que contempla 216 nichos y columbarios-», detalló Liceran, que añadió que para acometerla se necesitaría una inversión de 1,2 millones, que no está contemplada entre las previsiones de gasto con cargo al presupuesto de 2020.