Cacereña de eterna sonrisa, siempre tenía palabras amables y un café que compartía cada mañana con las personas que quería. La marcha temprana de Cristina Guardiola, madre de tres preciosas hijas y con tan solo 64 años, ha dejado un vacío en esta ciudad a la que tanto quiso.

Cristina se marchó el domingo y ayer sus seres queridos le dieron el ultimo adiós. Era hija de Eduardo Guardiola, que ocupaba el puesto de Delegado de Hostelería y Espectáculos, y de María Dolores Álvarez San José, a la que todos conocían como Quiqui. Sus abuelos maternos fueron María San José y el abogado Felipe Álvarez Uríbarri.

Nació en el seno de una familia de ocho hermanos, incluyendo gemelos: Eduardo, María Dolores, Blanca (a la que llamaban Minuka) y Alfonso Carlos (que eran los gemelos), Luis Miguel, José Antonio y Fernando. Todos nacieron en casa, ayudados por el ginecólogo Gonzalo Mingo y por Antoñita, que era la comadrona. El padre de Cristina murió con solo 39 años, así que Quiqui y los niños se fueron con su madre a la casa familiar de San Juan, en un edificio bellísimo situado encima del Figón.

Cristina estudió en Las Carmelitas y al terminar 4º y Reválida, administrativo y secretariado en la academia de Jacinto Conejero Rey. Hoy, Cáceres llora su marcha y no la olvida. Deja una huella imborrable.