La tasa de paro de la provincia de Cáceres ha vuelto a subir. Lo ha hecho después de siete años de bajadas consecutivas en diciembre. Los efectos de la crisis se dejaron notar con crudeza hasta 2012, pero a partir de ese ejercicio las cifras del desempleo fueron mejorando poco a poco hasta que, en el cuarto trimestre de 2019, han repuntado ligeramente y se han situado en 35.451 personas sin trabajo. Cáceres ha acabado el año con una tasa de paro del 21,4% de su población (dos de cada diez personas en edad y disposición de trabajar no tienen empleo). Eso sí, la subida apenas representa un 0,18%.

A la espera de la debacle laboral que se espera por los efectos del coronavirus, lo cierto es que tampoco ha sido un buen cierre de año para muchas provincias españolas. De hecho, de las 50 existentes más Ceuta y Melilla, un total de 21 han clausurado 2019 con una tasa mayor a la de diciembre de 2018. Cáceres no tuvo una especial caída (otras 18 provincias acabaron peor), pero es cierto que su tasa del 21,4% es la novena más alta del país tras Cádiz (27%), Badajoz (24%), Ceuta (24%), Melilla (23%), Huelva (22%), Córdoba (22%), Granada (22%) y Huesca (21%).

El principal problema es que esa tasa se cronifica en ciertos segmentos, que tienen especial dificultad para acceder al mercado laboral. Son las ‘listas negras’ del paro en Cáceres: mayores de 50 años, personas que como mucho tienen el título de ESO, sectores como la construcción, evidentes diferencias entre hombres y mujeres...

Empecemos por el principio: ¿Por qué el repunte de la tasa de desempleo en Cáceres? «La inestabilidad política que hemos tenido a nivel nacional, además de no generar la confianza necesaria para que la economía se mueva a su ritmo normal y aliente las contrataciones, también ha supuesto que un importante montante de dinero que correspondía a las autonomías no haya llegado a su tiempo, de modo que ciertos proyectos con sus correspondientes contratos tampoco se han llevado a cabo», explica Raúl Iglesias, secretario general de la Cámara de Comercio de Cáceres.

Ricardo Salaya, secretario de Formación y Empleo de UGT Extremadura, matiza que el aumento se ha concentrado en el último trimestre y considera que se explica, además de por la situación de sectores como la construcción que no acaba de recuperarse, «por el enfriamiento que se percibe en la actividad agraria, que tiene un peso importante en Extremadura. Es cierto que este sector lo está pasando mal, que las explotaciones tienen problemas para sobrevivir, incluso las perfectamente productivas», afirma, a la espera de que el Gobierno «ponga un poco de orden para atajar esa especie de piratería de las grandes cadenas de alimentación».

Para María Berrocal, delegada comarcal de CCOO en Cáceres, «la subida de la tasa de desempleo siempre es un dato pésimo que hace evidente la necesidad de derogar la reforma laboral, que ha precarizado más el mercado. Asimismo, el Estado debe dar un trato preferente a la región en materia de inversiones públicas, sobre todo en infraestructuras, en transportes, para facilitar la llegada de proyectos industriales, básicos para cambiar la estructura económica y tener empleo de calidad», afirma. Todo ello acompañado «de un plan especial de impulso al empleo», con medidas para jóvenes en riesgo de exclusión, mayores de 45 años...».

DISCRIMINACIÓN POR EDAD

Y es que algunos segmentos de población sufren especialmente la falta de trabajo. Son los ‘pozos’ del desempleo. Por ejemplo, a partir de los 45 años, pero sobre todo a partir de los 50, las listas del Sexpe se aceleran. A diciembre de 2019, prácticamente el 40% de los parados cacereños, casi la mitad, se concentraban entre los 50 años y la edad de jubilación. «Se trata de un segmento de población que se ha visto especialmente perjudicado por la coyuntura de la crisis económica. Han sido expulsados del mercado de trabajo y tienen grandes dificultades para lograr un empleo dado que muchos de ellos cuentan con poca cualificación, pero con mucha experiencia. Si consiguen trabajo, la precariedad del mercado hace que sus condiciones tampoco se parezcan en nada a las que tuvieron anteriormente, todo ello cerca de su jubilación, por lo que afecta a la cuantía de su pensión», lamenta María Berrocal.

Es más, en sectores con mucha mano de obra como la construcción, se da «prácticamente por terminada la carrera profesional a estas edades. Si te quedas en el paro con 45 años, resulta difícil encontrar un empleo. Es como si se tuviera la decisión tomada de que a los 60 años no se puede cargar con dos sacos de cemento y una carretilla», critica el portavoz de UGT. También ocurre en la agricultura y en los servicios. «La sociedad tiene un problema cultural de culto radical a la juventud, hasta tal punto que las personas más adultas no son queridas en los trabajos de cara al público, por ejemplo en el modelo de comercio franquiciado. Es una barbaridad, hablamos de personas con 20 y 30 años de experiencia», insiste Salaya.

OTRO LASTRE: POCA FORMACIÓN

La baja cualificación es otro de los ‘palos en las ruedas’ dentro de las listas del paro. Basta decir que el 70% de los empleados cacereños (7 de cada 10) han completado como máximo la primera etapa de la ESO, y solo 1 de cada 10 es universitario. «La falta de formación constituye un handicap a la hora de buscar empleo. Pero la provincia no solo necesita universitarios, sino más bien personas cualificadas en ciclos medios y superiores de FP, que ahora mismo es el yacimiento de empleo más claro», explica Raúl Iglesias desde la Cámara. «También hay que cambiar la mentalidad. Nosotros como padres queremos que nuestros hijos estudien una carrera, porque nos han transmitido esa forma de pensar, pero nos estamos perdiendo profesionales excepcionales en ciertos oficios que además tendrían un buen futuro laboral y económico», subraya.

María Berrocal también lo tiene muy claro: «la formación de los desempleados es básica para optar a mejores puestos de trabajo. Hay que recuperar programas específicos dirigidos a sectores concretos». A su juicio, «estamos produciendo grandes cantidades de universitarios, mientras que muchas profesiones de FP son las que tienen menos paro, incluso en sectores como la construcción donde hay una rotación enorme de mano de obra. Los oficios con el desempleo más manejable, con mayor facilidad para incorporarse al mercado de trabajo, son los que tienen niveles altos de FP. Quizás no hemos sabido explicárselo a la sociedad», señala. Y así lo confirman las cifras: los parados cacereños con títulos de FP de grado medio o superior solo representan el 13%.

LA CONSTRUCCIÓN NO DESPEGA

Por sectores, el desempleo se enroca en el sector servicios porque es el gran motor de la economía cacereña. Un total de 24.082 parados buscan empleo en esta actividad (un considerable 70%). Le sigue la construcción, con 3.972 (11% del total) que no acaba de levantar cabeza. De hecho, se mantiene por encima de la agricultura (3.102) y de la industria (2.433). Respecto al año 2018, la construcción suma otros 203 parados, lo que supone un alza del 5,3%.

«Este sector ha experimentado un gran reajuste. A raíz de la crisis salieron del mercado muchos trabajadores, sobre todo de más edad, con jubilaciones anticipadas. Pero sigue teniendo una mano de obra potencial muy por encima de lo que es capaz de absorber, porque muchos parados siguen pensando que su porvenir está en la construcción», explica Ricardo Salaya desde UGT. «Hay que reorientar el sector y las carreras profesionales, y mantener un proceso permanente de recualificación de la mano de obra, especialmente en sectores terriblemente coyunturales y estacionales, que generan y destruyen empleo con rapidez», analiza.

«La construcción salió de la crisis muy tocada», agrega María Berrocal. Los empleados que perdieron su puesto necesitan «reorientar su formación en actividades con más dinamismo como la rehabilitación de edificios», subraya. En este sentido, «hay que impulsar el reconocimiento y las competencias profesionales adquiridas a través de la experiencia laboral, lo que sería muy importante para los desempleados de poca cualificación pero de larga trayectoria en sus oficios, que serían más competitivos a la hora de optar a un puesto de trabajo», indica la representante de CCOO.

Para el secretario general de la Cámara, la construcción «no acaba de arrancar, no acaba de encontrar su camino». Durante los últimos años se ha incrementado la compraventa de viviendas de segunda mano, mientras que la nueva «apenas repunta». Los bancos solo conceden financiación a una promoción cuando tiene un 80% de las viviendas vendidas, «de ahí que el constructor tenga que asumir muchos riesgos y la edificación no recupere un ritmo más normalizado», argumenta Raúl Iglesias. Otra actividad en la que el sector puede tener una buena baza, la rehabilitación energética de edificios, «acabará dando sus frutos pero aún no lo ha hecho», señala. Las reformas y rehabilitaciones generan actividad, aunque menos empleo que la obra nueva. «En definitiva, la construcción se irá estabilizando a medio plazo, pero le está costando», resume el secretario de la Cámara.

ELLAS LO TIENEN MÁS DIFÍCIL

Otro colectivo que registra un mayor impacto del paro es el femenino. Las cifras de la provincia son evidentes: a mayor nivel de formación, más paro en las mujeres. Por ejemplo, si calculamos los desempleados que tienen como máximo estudios primarios, hay casi el mismo número de mujeres (3.458) que de hombres (3.286). Pero a medida que aumenta la formación y llegamos a los universitarios, las desempleadas (2.524) triplican a los desempleados (986).

«Es cierto que hay más licenciadas que licenciados, pero esa diferencia no es tanta como la que se aprecia en las listas del paro», advierte el representante de UGT. «Da la sensación de que los empresarios a menudo tienen dificultades para asumir que las mujeres interrumpirán su carrera puntualmente al ser madres», indica. Para el secretario de la Cámara, «estos datos revelan la brecha laboral que sufren las mujeres, su dificultad para la integración en los puestos directivos, los techos de cristal... Tenemos que trabajar para superarlo», concluye.