El ayuntamiento pone a disposición de aquellos padres, madres o tutores legales de niños entre 0 y 6 años que lo necesiten unas ayudas para la conciliación de la vida familiar y laboral. La intención de esta iniciativa es hacer más sencilla la desescalada tras la cuarentena, facilitando así una óptima reincorporación al trabajo por parte de aquellos padres que no pueden continuar ejerciendo a distancia.

María José Pulido, concejala de Asuntos Sociales de Cáceres, clarifica que este ha sido siempre «una cuestión titular», a la que sin embargo no han podido darle la importancia que hubieran deseado. No obstante, es tras la pandemia cuando «ha generado especiales problemas». Entre ellos, se cuenta la dificultad durante este excepcional verano para dejar a los más jóvenes en campamentos u otro tipo de actividades durante las horas laborales. El distanciamiento social ha menguado los recursos para estas familias, agravando su situación. El ayuntamiento afirma que, durante estos complicados momentos, quiere «permanecer a su lado».

La concejala hace especial hincapié en el papel que han jugado en muchos casos los abuelos y abuelas, que han permanecido al pie del cañón durante la pandemia, haciéndose cargo de los más pequeños mientras los padres trabajaban. En esta línea, afirma que «se merecen un respiro», por su condición de población vulnerable. Este es otro de los objetivos que intenta alcanzar el proyecto.

La Junta de Extremadura ha presentado sus propias medidas, pero el consistorio cacereño no ha querido quedarse atrás. En este sentido, y sumándose a ayudas previas en relación a los mayores, se plantean una serie de apoyos para los padres. La partida para la conciliación es pequeña, pero no por ello menos relevante. Su intención es cubrir algunos de los gastos ocasionados, como pueden ser la contratación de servicios en el hogar o el pago de plazas en campamentos, ludotecas o guarderías. Pulido añade: «Sabemos que no vamos a poder pagar toda la guardería hasta diciembre, por ejemplo, pero cualquier apoyo es importante».

Novedades

La edil explica que esta asignación no solo va destinada para «los papás y mamás que tienen que trabajar», sino también para aquellos que están buscando ocupación o estudiando en cursos de formación para el empleo, que precisamente por su situación pueden necesitar también que alguien se haga cargo de sus hijos.

Es una ayuda nueva, con lo que resulta complicado establecer cuántas familias podrán acceder a este recurso. Por su naturaleza directa, se irán atendiendo las solicitudes a medida que lleguen al palacio municipal.

Pulido asegura que, de contar con medios suficientes para ello, no dudarían en ampliar el presupuesto del proyecto para que pueda alcanzar a más familias o, en su defecto, incrementar la mensualidad.

Admite, sin embargo, que lo ve una opción poco probable por la situación económica del consistorio. «Los 60.000 que tenemos han supuesto ya un gran esfuerzo», declara, «porque durante los anteriores ejercicios ha habido una reducción de impuestos considerable, con lo cual la liquidez del consistorio se ha mermado mucho. Son una de sus principales fuentes de ingresos. Al disminuir los impuestos, se ha cortado la posibilidad de inversión y gastos».

Tras la explicación aclara: «Esta ayuda la hemos podido ofrecer porque nos han dejado utilizar el 20% del superávit del año 2019. Si no hubiera sido por esa posibilidad, no hubiéramos podido ponerla en marcha. Ni esta, ni otras. Y hemos tenido muchas necesidades entre la población».

Requisitos

Quienes deseen pedir esta subvención necesitarán, entre otros, estar empadronados en Cáceres y poder acreditar su necesidad de conciliación laboral y familiar, además de estar al corriente de pago respecto a sus obligaciones como autónomo (si las tuviese). Del mismo modo, no podrán ser beneficiarios de subvenciones semejantes. Tampoco pueden superar los ingresos en la unidad familiar de 939 euros por persona en el ejercicio del mes previo a la solicitud. La concejala lo define como algo que beneficia «no al colectivo general, sino a la población trabajadora».

Igualmente, lo pueden solicitar tanto cónyuges como parejas de hecho o familias monoparentales. Su objetivo último es, en palabras de la responsable municipal, «abrazar la diversidad familiar de nuestra ciudad».

Respecto al importe que se recibirá, al máximo de 250 euros mensuales se añadirán 50 de tratarse de una familia numerosa, y 100 si hay de por medio una discapacidad, porque «se entiende que los gastos en este caso son mayores».

La edil socialista anima a aquellos padres que lo necesiten a que hagan su petición a través de la página web del ayuntamiento cacereño, donde estará disponible la opción a partir del lunes. Del mismo modo, añade que espera que se corra pronto la voz sobre el proyecto, para que este tenga toda la repercusión posible.

María José Pulido concluye que «existe un problema de conciliación en nuestra ciudad, pero se tiene que evidenciar que está ahí, para que sea atendido.

La opinión

¿Y cuál es la opinión de la calle? Lourdes Viana, profesora, pasea por Cánovas con tres niños pequeños. Los dos más jóvenes salen a toda velocidad hacia un parque cercano cuando ella se para, bajo su atenta vigilancia. Ninguno de ellos es hijo suyo. Cuenta que se está haciendo cargo de ellos en ausencia de sus padres, que se encuentran en sus puestos de trabajo, a modo de favor.

«Lo veo genial», asegura tras escuchar sobre el proyecto del ayuntamiento. «Porque hay familias a las que les va a venir muy bien. Siempre hay casos y casos, y que los dos estén trabajando no quiere decir que tengan mucho dinero». Habla también de situaciones derivadas del covid-19, como son «las reducciones de jornada, por ejemplo», y los problemas que esto ha ocasionado para las unidades familiares que dependían de sus salarios habituales para contratar servicios de guardería o pagar campamentos.

LOS TESTIMONIOS

"No sabemos qué vamos a hacer si los colegios vuelven a cerrar"

Rocío Tapia considera que el asunto de la conciliación ha sido «una locura». Así es como lo describe, con una sonrisa divertida. Madre de dos hijos, trata a diario de armonizar su papel en el hogar con el que lleva a cabo en el trabajo como administrativa en una constructora, Cuenta para ello con la ayuda imprescindible de su marido, el apoyo infinito de su madre y una buena dosis de tesón, que le viene de cosecha propia.

Durante esta cuarentena, su vida familiar ha estado «un poco patas arriba». Entre trabajar desde casa y mantener el cuidado de sus hijos, que implicaba también ayudarles con sus tareas escolares, no encontraba mucho tiempo para frenar y tomar un muy merecido respiro. «Intentábamos turnarnos», explica, «pero al final siempre buscan al que no está con ellos».

Antes, con uno en el colegio y otro en la guardería, las cosas no eran así. Durante las tardes, los niños se entretenían con actividades extraescolares, donde podían dedicarse a jugar con sus amigos. Durante ese periodo de tiempo, sus padres trabajaban sin ningún problema, si bien ella admite que a veces había que «apañarse». Pone como ejemplos los casos en los se ponían enfermos, cuando tenían que dejarles con algún amigo de confianza o pedir a su abuela que hiciera el camino desde el pueblo para quedarse con ellos.

Sin embargo, estas ocasiones eran inusuales. De forma general, su rutina enmarcaba sin problema la crianza de ambos niños y su vida laboral. La cuarentena fue un cambio súbito, y ha hecho las cosas más cuesta arriba de lo esperado.

Durante los tres últimos meses, tanto ellos como sus hijos han estado confinados en casa. «A sus clases no les podías hacer mucho caso, porque era eso o trabajar. Al final son muy pequeños y tienes que decir, con que no se les olvide escribir, leer y las sumas y las restas...», explica. En este sentido, agradece la labor de sus profesoras, que han seguido enviando fichas escolares a través de internet con la intención de mantenerles al día. Rocío asegura que no ha sido el caso de todos.

Con la desescalada llegan toda una nueva serie de problemas. Ellos se han reincorporado a su empleo, habituándose ya a la llamada nueva normalidad. Sus hijos no tienen tanta facilidad para entenderlo. Para ellos, tres meses sin perder a sus padres de vista ha sido todo un sueño que ahora llega a su fin. «Se ponen tristes», confiesa Rocío. «Les gusta su abuela, claro, pero ahora de pronto pasan mucho tiempo con ella». Y es que, a falta de campamentos, a Rocío y Jorge solo les queda viajar al menos una vez a la semana hasta el pueblo pacense en el que reside la madre de ella, y luego de vuelta a casa.

Este método, aunque cansado, es su mejor alternativa. Sin embargo, el inicio de las clases en septiembre les causa una gran incertidumbre. Ahora pueden controlar el contacto que mantienen sus hijos con otros, pero esto no seguirá siendo así durante mucho tiempo. «Si cancelan el cole porque hay casos, ¿qué hacemos?», se pregunta Rocío. «¿Me los llevo con mi madre sin saber si se han cogido el virus? Pues no, porque ella tiene 70 años y es población de riesgo. Pero nosotros estamos trabajando, claro, así que tampoco».

Estas cuestiones se suman a muchas otras. El próximo curso escolar se presenta en general como una gran incógnita, y lo único que les queda es esperar para ver cómo se va desarrollando. «Y apañarnos, como siempre», concluye Rocío.

«Criar a un niño no es fácil. Todos tenemos que arrimar el hombro»

Inés pertenece a una familia de autónomos. Tanto ella como su marido y su hija trabajan en el mismo establecimiento, un negocio de charcutería que se especializa en productos extremeños. Allí, los tres van «haciendo malabares» con sus horarios, con la intención de que al menos uno pueda estar siempre disponible para estar pendiente de su nieta. Es precisamente con ella con quien se encuentra, en uno de los parques de columpios del paseo de Cánovas.

Desde allí cuenta que, para ellos, el cierre de guarderías fue un golpe, especialmente teniendo en cuenta que cesar su actividad en la tienda no era una posibilidad. Inés admite que, teniendo en cuenta que su hija y nieta son población de riesgo, no dudó ni un momento en asegurarle que ella no debía ir a trabajar. Ella y su marido han sido los únicos encargándose del negocio durante el confinamiento, aunque no duda en reprochar que «deberían haberle dado la baja. Claro, yo soy su madre. ¿Pero y si hubiera sido una trabajadora normal? Es asmática, no tenía sentido que con la crisis sanitaria que hemos vivido se presentara allí».

Ahora es cuando llegan los problemas reales. Especialmente teniendo en cuenta que, en este caso, se trata de una familia monoparental. «Mi hija se ha visto muy, muy sola», explica, mientras balancea el columpio en el que juega su nieta. «Una ayuda le vendría genial. Pero es que ni siquiera creo que sea para ella. Es una ayuda para los niños», y añade que cualquiera sabe el gasto que conllevan estos, y lo difícil que es afrontarlo. Especialmente en esta situación, cuando todos los negocios parecen estar de capa caída.

Todo era distinto antes. Entre las horas que la niña pasaba en la guardería y las que disfrutaba en actividades extraescolares, ellos no tenían ningún problema para llevar su establecimiento. Ha sido ya aceptada en el colegio de cara a septiembre, lo cual les «tranquiliza», porque implica una vuelta a sus horarios habituales.

Pese a ello, queda un largo verano por delante. El plan para afrontarlo es claro, pero eso no lo hace más fácil. «Realmente, no te da ni el sueldo ni la vida para estar pagando a una mujer que te ayude con la niña», dice Inés. «Entonces, ¿cómo nos lo comemos? Pues entre nosotros, y ya está».

No cree que sea un problema particular. De hecho, lo califica como algo «muy gordo. No nos damos cuenta, pero es así». Las guarderías, campamentos o ludotecas no abundan en la nueva normalidad, y ante esta situación los progenitores se ven solos. Los más afortunados tienen la ayuda de sus padres, pero no es el caso de todos.

Inés agradece el proyecto del Ayuntamiento de Cáceres, porque «para eso pagamos nuestros impuestos. Y ahora mismo tenemos que ser una comunidad en la que todos arrimemos el hombro y pensemos ‘venga, vamos y para adelante’». Pero, mientras el dinero llega, ellos seguirán haciendo frente al día a día. «Como hasta ahora, unos y otros», sonríe, animada. y no duda en bromear: «La tía, el abuelo, la madre o yo. Y ahí, la niña como una peonza».